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EL CORNER INGLÉS | Internacional
Columna
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Robinho, Maradona y el Amor

"Quizá pensó que no lo iban a querer tanto en el Real Madrid como, por supuesto, le vamos a querer aquí".

Mark Hughes, entrenador del Manchester City, sobre su nuevo fichaje, Robinho

También le quisieron con locura en el Real Madrid, al principio. Decían en Brasil que era mejor que el mejor Ronaldinho, y el Bernabéu se lo creyó. Pero las defensas empezaron a cogerle el truco y a veces el menudo brasileño daba la sensación de ser un prodigio de ocho años jugando en un partido de papás. Más talento que nadie pero un empujoncito, y adiós.

Se puso más fuerte, se cayó menos y ganó dos Ligas, pero en el Madrid nunca dejó de ser uno más. Llegaron incluso a ningunearle, desde la propia cúpula del club. Como si no hubieran entendido que, para rendir a su máximo nivel, Robinho necesita mucho amor; requiere, como ocurrió en el Santos de Brasil, que se le considere el indiscutido crack. Es todo eso, y más, en su nuevo equipo, el Manchester City.

Ídolo fuera del campo y líder dentro de él, Robinho fue Maradona el domingo pasado en la victoria 6 a 0 del City contra el Portsmouth en la Premier League. Marcaba, daba asistencias de gol, hacía virguerías dentro del área rival y dirigía el tráfico, con deliciosa soltura, en todos lados, todo el tiempo. Su entrenador, Mark Hughes, lo quitó unos minutos antes del final para que la afición del City le diera la ovación más grande desde tiempos de Francis Lee y Colin Bell, los míticos que llevaron al club a su último campeonato, en 1968.

¿Se arrepentirá el Madrid de haberlo dejado ir, aunque haya sido por la apetecible suma de 40 millones de euros pagados al contado por los nuevos dueños árabes del City?

Habrá que ver, primero, si mantiene el nivel. Si el derroche de amor que recibirá del estadio de Eastlands, infinitamente más sediento de talento que el Bernabéu, le dará alas para demostrar lo mejor de sí a lo largo de toda la temporada. La prueba llegará en los partidos fuera de casa, en Bolton y Sunderland, en el frío, el viento, y la lluvia de diciembre, enero y febrero.

Un incentivo que no tuvo en el Madrid, donde no fue ni de cerca el jugador mejor pagado de la plantilla, es que el jeque Mansour bin Zayed Al Nahyan le ha convertido en el futbolista mejor pagado del mundo. Hasta ahora, los demás jugadores de la plantilla parecen no resentirlo. Se los ganó, según Hughes, antes del primer partido de la temporada cuando les montó un circo con el balón en el vestuario. Todos aplaudieron. Y después han visto sobre el campo cómo Robinho les gana partidos y les hace jugar mejor.

Por ahora, es el ídolo de sus compañeros también. Así es como le gusta a Robinho. Si la cosa sigue igual a finales de temporada, si el City logra romper el dominio en la Premier League de sus vecinos del United, del Chelsea, del Arsenal y del Liverpool, esos 40 millones representarán una de las mejores inversiones de la historia del fútbol. Y en Madrid habrá muchos que se lamentarán. El consuelo que les quedaría, en ese caso, consistiría en tener la madurez de reconocer que a veces en el fútbol es necesario el traspaso de un jugador, por más brillante que sea, por el bien de él mismo, por el club que abandona, y por todos.

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