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Reportaje:24 HORAS EN...MÚNICH

Viaje con mucha espuma

El Oktoberfest, la gran fiesta cervecera, invita a descubrir la capital bávara. Sus pinacotecas, el Museo BMW o el apacible Jardín Inglés aguardan en Múnich, ciudad festiva, amable y peatonal

Miguel Ángel Villena

A pesar de ser una de las ciudades más atractivas de Europa central, Múnich no suele ser un destino habitual para los turistas españoles. Ahora bien, la capital de Baviera nunca defrauda. Bellos paisajes, un rico patrimonio cultural, una deliciosa gastronomía y el carácter simpático de sus habitantes la convierten en una grata experiencia. Y hasta el 5 de octubre, además, espera el jolgorio de su gran fiesta de la cerveza.

09.00 El carillón de Marienplatz

Conviene madrugar en Múnich para asistir al diario espectáculo del despertar de esta plaza de María

(1) que simboliza el pulso de una ciudad con vocación de mercado, de encrucijada de caminos a orillas del río Isar y al pie de los Alpes. La plaza alberga el precioso edificio del viejo Ayuntamiento, de estilo neogótico, con los balcones de su fachada cubiertos de flores y con un delicioso carillón para disfrute y sorpresa de los visitantes. Junto a la sede municipal se halla un pequeño pero encantador Museo del Juguete (Marienplatz, 15. 0049 89 29 40 01. Todos los días, de 10.00 a 17.30) con impagables objetos de hojalata o madera.

10.00 Las dos cebollas

La Frauenkirche

(2) (iglesia de nuestra señora) es el templo gótico más grande del sur de Alemania. Visibles desde todo Múnich, sus dos cúpulas que semejan unas cebollas o los pechos de una mujer representan la imagen más difundida de la ciudad. La capilla del coro y algunos monumentos funerarios justifican una visita al interior de esta iglesia que fue construida en el siglo XV en apenas 20 años (1468-1488).

11.00 De Rubens a Manet

La relevancia de Múnich, capital de una Baviera que fue reino independiente durante siglos en diversos periodos, queda demostrada en sus magníficas colecciones de pinturas. Sin la fama de otras capitales museísticas, sus centros de arte no tienen nada que envidiar a otras urbes culturales. Mientras en la Alte Pinakothek (3) (Vieja pinacoteca. Barerstrasse, 27. www.pinakothek.de/alte-pinakothek; 0049 89 23 80 52 16. De martes a sábado, de 10.00 a 18.00. Domingos, hasta las 20.00. Entrada, 3 euros) podemos encontrar obras maestras de Durero, de Rubens o de Van der Weyden, en la Neue Pinakothek (Nueva Pinacoteca. Barerstrasse, 29. www.pinakothek.de/neue-pinakothek; 0049 89 23 80 51 95. De lunes a sábado, de 10.00 a 18.00. Miércoles, hasta las 20.00. Entrada, 5,50 euros) podemos admirar cuadros de todo el siglo XIX, que van desde Géricault hasta impresionistas como Manet, pasando por Goya. Sólo estos dos museos, al margen de otros como el Nacional de Baviera (www.bayerisches-nationalmuseum.de), justifican la visita para los que deseen disfrutar de lo mejor de la pintura europea desde el Renacimiento.

13.00 Praderas y templetes

Ha llegado el momento de trazar una pausa después de tanto patrimonio cultural, y Múnich ofrece en pleno centro uno de los parques urbanos más grandes del mundo: el Englischer Garten (4)(el Jardín Inglés), un inmenso espacio que sirvió como campo militar y que a principios del siglo XIX fue cedido a la ciudad. Praderas, arroyos y templetes en un ambiente plácido componen un retrato fiel de la vida cotidiana en Múnich, una urbe de poco más de un millón de habitantes pensada para desplazarse a pie o en sus soberbios transportes públicos. Durante el paseo se puede elegir alguno de los merenderos del Englischer Garten para tomar una cerveza y unas salchichas y pegar la hebra con algún muniqués, siempre deseoso, como buen bávaro, de cantar las excelencias de su tierra. Otra opción pasa por acercarse a la Torre China, una pagoda de madera de cinco plantas de altura construida a finales del siglo XVIII rodeada por una de las terrazas cerveceras más famosas de Múnich.

15.30 Una ciudad trágicamente olímpica

Sede de los Juegos Olímpicos de 1972, Múnich quedó marcada por el atentado de un grupo de palestinos contra unos atletas israelíes, que costó la vida a 17 personas. Sin embargo, la ciudad fue capaz de superar la tragedia, y el recuerdo de aquellos Juegos queda fijado en el cómodo y funcional metro o en el estadio Olímpico

(5), que albergó los partidos del Bayern München hasta que se construyó el Allianz Arena (www.allianzarena.com), obra de los suizos Herzog y De Meuron. El complejo olímpico, coronado por el famoso toldo del estadio, incluye piscinas, un centro de deportes de invierno y la torre de la televisión - F, de unos 300 metros de altura. De cualquier forma, el evento transformó la capital bávara y diseñó su urbanismo para las décadas venideras.

17.00 Un templo del motor

Muy cerca del complejo olímpico, al otro lado de una autopista, los responsables de Bayerische Motoren Werke (BMW), los Talleres de Motores Bávaros en español, construyeron un edificio en consonancia con el estilo arquitectónico de las instalaciones olímpicas. De este modo, el arquitecto vienés Karl Schanzer levantó un rascacielos de 19 plantas que evoca los cuatro cilindros de un motor. Delante del rascacielos se encuentra el edificio que acoge el Museo de BMW (7)(www.bmw-museum.de. De martes a viernes, de 9.00 a 18.00. Sábados y domingos, de 10.00 a 20.00), donde los aficionados a los coches alucinan con la impresionante evolución de una marca desde las primeras décadas del siglo pasado hasta la actualidad. Prototipos, coches de carreras y modelos de automóviles y de motos se muestran en uno de los santuarios mundiales del motor.

20.00 Hasta el 5 de octubre

En cada esquina, el viajero se tropieza con cervecerías en Múnich. Convertida en una seña de identidad de Baviera, como puedan ser los pantalones de cuero o los castillos de Luis II, la Oktoberfest (www.oktoberfest.de) homenajea esta bebida cada año a principios del otoño (este año, desde el 20 de septiembre al 5 de octubre) en una fiesta que reúne a seis millones de visitantes en la pradera de María Teresa (8). Son muchos los locales que se pueden recomendar para degustar una cerveza, pero uno de los más castizos es la Weisses Bräuhaus

(9) (Im Tal, 7. 0049 892 90 13 80), donde pueden probarse también las ricas carnes bávaras. Otro restaurante-cervecería con solera se sitúa en la zona universitaria y lleva por nombre Leopold

(10) (Leopoldstrasse, 50), un local de los años veinte. Al salir de la cena, siempre y cuando sea primavera o verano y no sople el helado viento de los cercanos Alpes, el forastero debe perderse por la amplia zona peatonal (11). Varios locales de jazz, tabernas y patios con música tradicional y cerveza aguardan en el centro histórico durante la noche en la ciudad que se precia de ser la más festiva de Alemania, una Múnich que afirma su personalidad liberal y tolerante como isla en una Baviera católica y conservadora, una urbe castigada por los tópicos, que brinda una singular oferta cultural.

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De izquierda a derecha, tres imágenes de Múnich: la estación de metro Westfriedhof (de los arquitectos Auer y Weber), la carpa de la Oktoberfest y la escultura <i>Walking man</i> (de Jonathan Borofsky), en Leopoldstrasse. 
/ F. M. Frei
De izquierda a derecha, tres imágenes de Múnich: la estación de metro Westfriedhof (de los arquitectos Auer y Weber), la carpa de la Oktoberfest y la escultura Walking man (de Jonathan Borofsky), en Leopoldstrasse. / F. M. FreiCH. REITER

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