Aborto
Ojo: soy uno de esos carcas que están en contra del aborto. Supongo que si tenía algún lector, acabo de perderlo. Sigamos.
Creo que el aborto es una tragedia, un suicidio por persona interpuesta. Pero no creo que puedan usarse conceptos penales, como "asesinato", cuando se habla de un manojillo de células. No sé cuándo un feto puede considerarse una persona; sólo bajo criterios estrictamente religiosos, me parece, puede sostenerse lo de que hay persona desde el mismo momento de la fecundación.
Éste es un asunto serio y difícil; conviene abordarlo sin fanatismos. Y sin hipocresía. ¿Debe existir una regulación del aborto? Por supuesto, salvo que nos satisfaga que se realicen clandestinamente y en condiciones infames. ¿Es buena la actual legislación? Uno tiende a pensar que no. Ese punto sobre la "salud mental" de la madre constituye un monumento a la ambigüedad. ¿Hay que reformar la ley ahora? No parece que constituya la máxima prioridad para la sociedad española en su conjunto. En eso tiene razón el PP. La "demanda social" representa un criterio endeble cuando se trata de abordar un tema tan serio. Cualquier momento es bueno para expresar una opinión. Y si un partido no es capaz de situarse ante un asunto de extrema magnitud moral y social y decir con claridad cómo debe afrontarse (cómo debe ser la ley, si se considera perfecta la vigente o si prefiere la prohibición), ese partido carece de crédito. Considero razonable que se negocie y se apruebe una nueva ley sin ambigüedades y con plazos concretos. A mí cualquier plazo me parecerá excesivo. Pero eso es asunto mío. En caso de duda (y aquí nos movemos en un mar de dudas), libertad a cada cual.
Estas innecesarias divagaciones vienen a cuento, por vía indirecta, del programa que hoy estrena Cuatro (creo que hablo demasiado de esa cadena; pertenece a la gente que me paga, y eso incomoda). Madres adolescentes intenta reflejar las vidas de seis madres menores de 18 años. De momento, inspira interés. Veremos.
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