Guión poderoso

Se acabó aquello de saberlo todo con sólo leer los libros. Todo no está en los libros. Ahora hay que leer los libros, ver los largometrajes, las series animadas, las películas de segunda y, cómo no, darle al videojuego. George Lucas, inventor del merchandising, sabe cómo exprimir la ubre de Star wars.

Sus fans han tenido que acudir recientemente al cine para enterarse, en un filme de animación de calidad discutible, qué pasó durante las Guerras Clon. Y ahora volverán a rascarse el bolsillo con el juego El poder de la fuerza para descubrir la pelea oculta entre caballeros Sith y guerreros Jedi que transcurre entre los episodios III y IV, dirigida de forma secreta por el propio Darth Vader.

Presentado como un título de acción en tercera persona, se toma el control de Galen Marek, el aprendiz encubierto de Lord Darth Vader.

Su entrada en escena al principio del juego no puede ser más impactante. En pleno campo de batalla, bajo el fuego cruzado de los láser, el máximo representante del lado oscuro camina con paso firme y sin titubear en busca de un Jedi, pues es capaz de sentir su fuerte presencia. Cuando le localiza en el interior de una tienda y se dispone a ejecutarle con su sable láser mientras le sostiene flotando en el aire con el poder de la fuerza, la espada se escurre de sus guantes de cuero negro y va a parar tras de sí, a las manos de un niño de seis años. Se trata de Marek, que sin saber cómo ha desatado su inmenso poder. A partir de ese momento, Darth Vader decide convertirse en su mentor para derrocar al emperador Palpatine.

Bajo el nombre de Starkiller, Marek irá siguiendo una a una las nueve misiones que transcurren a lo largo de seis escenarios, convertido en una Funa sangrienta cuyo objetivo es desenmascarar y liquidar a los Jedi refugiados. Para ello cuenta con dos armas, el sable láser y el poder de la fuerza.

Ante él pasarán toda suerte de enemigos, desde Wookies hasta soldados imperiales, ya que su trabajo desde la clandestinidad le obligará en ocasiones a enfrentarse a su propia facción para no ser descubierto. Algunos oponentes imponen respeto, como el gigantesco Sarlac o los toros Rancor.

Para compensar se impone el uso del poder de la fuerza. Representado como rayos de luz, flases o simplemente con una deformación de la realidad, esta arma psíquica es capaz de mover objetos, sostenerlos en el aire, atraerlos y lanzarlos con fuerza. Es la mejor representación en pantalla de esta cualidad de Sith y Jedis.

La onda expansiva del poder de la fuerza arrasa con todo lo que se le ponga por delante, proyectando en todas direcciones a objetos y personas, e incluso consigue romper puertas de acero como si fueran de papel de aluminio.

La fuerza, sin embargo, está limitada por un indicador azul que aparece en la parte izquierda superior de la pantalla, y una vez agotado, hay que seguir blandiendo el sable.

Los poderes sirven tanto para atacar como para resolver los sencillos puzzles que la trama propone y que hay que superar para seguir avanzando. En ocasiones habrá que desplazar objetos o arrasar escombros, entre otras acciones, con el objetivo de encontrar el camino hacia el siguiente nivel.

La factura visual roza un nivel bastante elevado en las consolas de nueva generación, sin llegar a ser excelente en ningún momento. Incluso el diseño de los personajes se antoja algo parco para la potencia de estas máquinas. Sin embargo, el sonido consigue embeber la acción del familiar ambiente de La guerra de las galaxias, con el peculiar ruido de los sables láser y la magistral banda sonora de John Williams.

La versión para Wii difiere de las demás por una calidad gráfica inferior y por exigir una mayor implicación física del jugador, que si bien no disfrutará aún de un control perfecto del sable láser con su mando, deberá realizar diversos movimientos con éste para salir airoso de las peleas.