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Reportaje:

La geometría de Fritz Lang

Una muestra indaga en A Coruña en el influjo de la escultura en el cineasta

Estudió bellas artes y arquitectura antes de convertirse en un cineasta de culto. Y esa dualidad artística del realizador vienés Fritz Lang (Viena, 1890-Los Ángeles, 1976) es la que pretende explorar la curiosa exposición montada por la Fundación Luís Seoane de A Coruña, con una extensa e interesante visión sobre el papel protagonista que jugó la escultura en la primera etapa, y fundamental, de su carrera cinematográfica.

Joyas del cine mudo como Metrópolis (1927), la única película declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en su apartado de Memorias del Mundo, las aventuras del jugador Dr Mabuse (1922), Spione (Los espías, 1928), Der Müde Tod (La muerte cansada, 1921) o la serie de Die Nibelungen (1924) nutren esta muestra con fotogramas, escenas, dibujos, maquetas y objetos. Es sin duda protagonista la reproducción expuesta de la famosa Mensch-Machine, ese malvado robot femenino que representa el reverso oscuro en Metrópolis de la cándida María, la muchacha que sueña con liberar a los obreros de la ciudad. Están también en A Coruña las cabezas que representan los siete pecados capitales en ese filme de ciencia ficción que pasó a la historia como el primer grande de espectaculares efectos especiales -e inéditos para la época- y de guión premonitorio sobre una ciudad del futuro partida en dos, según la condición social de sus habitantes.

Las películas de Lang, declarado coleccionista de objetos de arte y máscaras, están plagadas de esculturas y formas geométricas que incluso cobran vida, como esa máquina-mujer que inspiró a George Lucas para La Guerra de las Galaxias. Ahí están el Buda ante el cual reza un diplomático japonés en Spione o las máscaras africanas que persiguen a un conde en Dr Mabuse. Objetos esculpidos que no sólo pueblan los escenarios y guiones del cineasta vienés, sino que incluso roban el protagonismo a los actores, que en varias películas acaban reconvertidos en secundarios, al servicio de los decorados. Así ocurre en Metrópolis o en Der Müde Tod, ambas caracterizadas por otro de los temas recurrentes del cineasta en esa primera y exitosa etapa de su carrera, como es la muerte.

Fritz Lang inició su carrera en la gran pantalla en los años posteriores a la I Guerra Mundial, en una Alemania devastada y rota por una crisis que acabaría por aupar a los nazis al poder. Y esa convulsión se refleja en las películas de esa primera etapa del cineasta, quien en 1934, cuando ya era el realizador más popular de Alemania y de fama mundial, se exilió para no colaborar con el gobierno de Hitler, para instalarse primero en Francia y luego en Estados Unidos, de donde adquirió la nacionalidad años más tarde.

En la inédita exposición de la Seoane se recoge incluso una faceta desconocida de Lang, la de escultor, con un grupo de piezas de Ljutomer que el realizador esculpió en terracota en 1915. El concepto de doble, una temática que preside toda la obra de Lang, aparece recogido en esta muestra sobre "lo humano como escultura o la escultura como lo humano". Y es que en el universo de este cineasta, el mundo aparece como una gran mascarada. "Desde sus primeros filmes, este baile de todos los signos y posiciones encuentra en la escultura un lugar que permite conectar el sentido de toda imagen", reza el folleto de esta exposición. De ella saldrá un catálogo que se distribuirá en España y parte del continente americano, así como la celebración de actividades complementarias, como la proyección de fragmentos de su filmografía o la audición de las mejores partituras de su banda sonora. El propio artista aparecerá, en entrevistas grabadas e inéditas, contando aspectos de su vida y obra.

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