Más cerca de la transición que de la revolución
El Madrid Fashion Week del cambio termina con los jóvenes
Madrid Fashion Week, ex Pasarela Cibeles, cerró ayer sus puertas con más sabor a transición que a revolución. Cambio de nombre, cambio de logo, cambio de espacio y, sobre todo, mayor protagonismo para El Ego, es decir, para los diseñadores emergentes. Y, que entre los mejores desfiles de la semana figure el de Krizia Robustella, una diseñadora de 23 años nacida en El Ego confirma que los hermanos pequeños de la pasarela están preparados para la toma de poder.
Serguei Povaguin y María Escoté, entre lo más destacable de El Ego
Para el presidente de Ifema, Luis Eduardo Cortés, el Madrid Fashion Week debe ser para "los mejores" y por eso nadie, "ni los más veteranos", deben tener su continuidad garantizada. Un proceso de renovación que tomará su tiempo, pero que es "necesario".
Pese a todo, Madrid Fashion Week no ha marcado la esperada diferencia. Algunos patrocinadores, de los que depende el crecimiento del certamen, se quejaban ayer de la escasa afluencia de público, menor que sus expectativas pese a haber incrementado, según los datos oficiales, un 20%. La rigidez en la normativa de Ifema, que impide la entrada a los que no tengan invitaciones o pases, evita una mayor explotación de los montajes creados por diferentes marcas.
Ayer desfilaron 16 jóvenes que, por primera vez, compartían espacio escénico con los diseñadores más conocidos y reconocidos. Para el director de Ego, Andrés Aberasturi, el cambio de espacio (hasta ahora los desfiles eran en la sala Alcalá de la Comunidad de Madrid) ha sido importante. "Desde luego, el viejo espacio era una maravilla, pero trabajar allí era muy difícil para nosotros, nos teníamos que adaptar a él y era muy complicado. Además, el valor de Ego no está en la forma, sino en el fondo".
Victor PaO, Lorena Rodríguez, Serguei Povaguin, Vanessaorialima, Joan Fabregas, Juan Vidal, Beaschcouture, Blackhaus, Sinpatrón, Cruzcastillo, María Escoté, Sara Lage, Laura Basterra, Lola Cuello, Georgina Vendrell y Roberto Piqueras. Las propuestas de los jóvenes (algunas, como las de Serguei Povaguin y María Escoté más que destacables) convirtieron las dos pasarelas instaladas en el Pabellón 14 en las gradas de un partido de cortes y colores.
Serguei Povaguin partió de la imagen clásica de la femme fatale y de los cuerpos desnudos de Helmut Newton para ofrecer una colección en la que lo masculino y lo femenino son intercambiables. En las antípodas estéticas, aunque igualmente inspirada, la catalana María Escoté jugó con la imagen de la Pin up, "diosas del desierto rojo y rocoso".
Flores y cuadros, cuerpos exuberantes y "un viejo bar del Oeste de Sacramento". Joan Fabregas se recreó con el concepto "cirugía textil" para una colección que recupera "la belleza del cuerpo", y Sara Lage se perdió en el dadaísmo y en un body-bañador que incluía un pubis y unos pechos pegados.
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