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Unas 3.000 personas asisten en Las Palmas al funeral por las víctimas canarias de Barajas

José Naranjo

"Esto es lo más triste que hemos conocido en Canarias". Aurora Socorro llegó una hora antes a la plaza de Santa Ana en Las Palmas y se buscó un sitio para asistir, desde la calle, al funeral de Estado por las 154 víctimas, 72 de ellas canarias, del vuelo de Spanair accidentado el 20 de agosto en Madrid. El funeral se celebró en medio de un impresionante silencio.

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Las más de 3.000 personas que acudieron al acto (1.250 en el interior del templo y unas 2.000 en el exterior) escucharon atentamente las emocionadas palabras del obispo de Canarias, Francisco Cases. Las puertas de la catedral permanecieron abiertas en todo momento y, además, dos pantallas gigantes y altavoces transmitieron al exterior toda la ceremonia.

Para Francisco Moreno, vecino del barrio de Vegueta, estaba claro: "Hoy teníamos que estar aquí junto a los afectados, se lo debíamos". Y es cierto que los familiares no estuvieron, ni mucho menos, solos.

El acto empezó puntual tras la llegada de los Príncipes de Asturias, don Felipe y doña Letizia, y del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, junto a la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez; el presidente de Canarias, Paulino Rivero; el líder de la oposición, Mariano Rajoy, y decenas de autoridades religiosas, civiles y militares, entre las que se encontraban los 13 alcaldes de los municipios donde residían víctimas mortales del accidente.

Los 1.125 familiares de los fallecidos fueron trasladados hasta la catedral en 25 autobuses. Santiago Rodríguez, vecino de la capital grancanaria, se lamentaba de que no le habían permitido entrar en la iglesia, pero se mantuvo en la plaza hasta el final para "acompañar y no para crear polémicas".

En ese instante, en la pantalla gigante se podía observar cómo se le quebraba la voz al obispo cuando recordaba las primeras horas que pasó junto a los familiares en Ifema, en Madrid. "No se puede comprender lo que no tiene sentido", dijo Francisco Cases.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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