La dictadura del tabaco
El humo del tabaco es tóxico y cancerígeno también para los no fumadores. De eso no hay ninguna duda. Sin embargo, muchos españoles siguen inhalando humos de tabaco en el trabajo y casi un millón de profesionales de la hostelería siguen soportando ocho o más horas al día un ambiente cancerígeno pese a la ley 28/2005.
Aunque la situación ha mejorado, tampoco es rara la presencia de humo en algunos hospitales, universidades y escuelas de Secundaria. En los hogares españoles se sigue fumando sin piedad delante de niños, ancianos y enfermos, algo que los médicos de familia observamos a diario. Es muy difícil para el ciudadano no fumador tomarse un café o una bebida sin humos en la mayoría de pueblos y ciudades de España.
Esta dictadura del tabaco no acabará a menos que las administraciones públicas inviertan lo suficiente en educar a la población sobre los riesgos del humo de tabaco ambiental y sin una prohibición firme de fumar en todos los espacios públicos cerrados, tal como hacen en nuestro entorno (Francia, Italia, Reino Unido, etcétera). No existe un conflicto entre fumadores y no fumadores, existe una dictadura implacable de los intereses del tabaco empeñada en seguir imponiendo su presencia en la sociedad sin respetar a nada ni a nadie, incluyendo las leyes en vigor. Desde el mayor respeto al uso del tabaco o cualquier otro producto adictivo en el ámbito privado, el espacio público cerrado debe ser liberado del yugo del tabaco.