Integración en el centro

El casco antiguo de Jaén es un buen ejemplo que demuestra la perfecta integración entre población autóctona e inmigrante. En estas barriadas del sur de la capital, en el entorno de La Magdalena y la ladera del castillo de Santa Catalina, hay censados unos 12.000 habitantes, de los que unos 800 (menos del 7%) son inmigrantes de distintas nacionalidades que llegaron a Jaén como temporeros y se han asentado en la ciudad. Muchos de ellos, procedentes del Magreb, África subsahariana, Latinoamérica o Pakistán, han contribuido a reactivar el pequeño comercio, con establecimientos de alimentación, locutorios y otros servicios de hostelería. Otros se dedican a la venta ambulante, a la agricultura y al servicio doméstico.

"Esta población inmigrante que ha ido llegando de forma progresiva se ha integrado sin dificultad, sin crear guetos e incluso han propiciado muchos matrimonios mixtos en la zona, asegura Rafael Latorre, presidente de la asociación Objetivo Vida, una ONG que desde hace una década trabaja en programas de formación e inserción laboral en la zona sur de Jaén, con un protagonismo destacado de la población inmigrante. En las aulas de esta asociación, los inmigrantes asisten a cursos de informática y aprenden a buscar trabajo en la red. Muchos de ellos también se han beneficiado de la formación específica para trabajar como operarios de un centro comercial.

En la capital jiennense hay censados algo más de 3.000 extranjeros. Junto al casco antiguo, las otras barriadas con mayor presencia de inmigrantes son el Polígono del Valle (magrebíes mayoritariamente) y Peñamefécit (con ecuatorianos y bolivianos, principalmente). Sólo en esta última barriada se han constatado mínimas situaciones puntuales de tensión en la convivencia entre autóctonos y extranjeros.