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Columna
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Cadaqués, ¿amenazado?

Victoria Combalia

Todo el mundo sabe lo que es Cadaqués. Es uno de los pueblos más bellos de la Costa Brava, por no decir el que más. Sucede con Cadaqués como con Nueva York: uno acaba siempre volviendo, tal es su magnetismo. Pero Cadaqués es lo que es y lo que apasionó a Picasso, Dalí, Duchamp, García Lorca, Eugeni d'Ors , Josep Pla y luego a toda una élite internacional de escritores, editores y arquitectos por su inigualable e inconfundible paisaje urbano y marítimo.

Sus casas blanquísimas de ventanas azul ultramar o verde oscuro, la silueta de su iglesia de famoso altar barroco, sus playas abruptas pero de aguas cristalinas, y sus dos ribas por las cuales pasear es uno de los ejercicios más bellos del verano han hecho de Cadaqués una joya, y como tal, algo que hay que defender y preservar. En realidad, es uno de los parajes más bellos de todo el Mediterráneo y debería ser mantenido tal y como se han mantenido Portofino, Positano o Colliure.

Este paraje del Mediterráneo debería ser mantenido tal y como se han mantenido Portofino, Positano o Colliure

Sin embargo, en los últimos dos o tres años la fisonomía del pueblo está cambiando. El urbanismo sensato del que habla el libro Cadaqués, de Cristina Masanes, -por otro lado muy bien escrito- ya empieza a resquebrajarse, con la urbanización de la zona de S'Alquería con calles demasiado anchas y casas que no debieran haberse permitido construir. A los veraneantes de siempre se ha añadido un turismo barato que viene a pasar el día, se toma un bocadillo en la Riba y, por regla general, ensucia y no aporta nada al pueblo.

El Ayuntamiento ha tomado una medida muy positiva al limitar la circulación de las ribas en una única dirección, ya que este maravilloso paseo no engullía dos direcciones, más la presencia de los paseantes en agosto. Pero la alarma se ha disparado ante el rumor de que querían ensancharlas. Las ribas no pueden tocarse porque su alteración cambiaría por completo la fisonomía del pueblo y de su frente marítimo. En este sentido, el Ayuntamiento, al ver un proyecto de Madrid que incluía barandillas y una gran desfiguración del entorno, convocó un concurso de un Plan Especial que ganó el equipo Vilanova/Moya, quienes, con mucho respeto y sutileza, han elaborado un plan cuyo único punto polémico es el de la ampliación de la riba en el tramo de los arcos de la Riba Pitxot (que esperemos que no se toque, ya que el único momento conflictivo es durante 20 días en agosto).

En Cadaqués existe la Asociación Salvem Cadaqués que es vista desde el Ayuntamiento como un grupo de propietarios forasters (de fuera) que sólo hacen que quejarse. Sin embargo, los cadaquesenques deberían recordar que sin los veraneantes de Barcelona y París que están allá desde hace 40 ó 60 años, el pueblo no sería lo que es. Se trata de un grupo de gente concienciada por la salvación no sólo de su patrimonio (el mismo que el de los cadaquesenques), sino de una belleza que es de todos y que es facilísimo destruir.

Sería bueno que Ayuntamiento por un lado y Salvem Cadaqués por otro aunaran esfuerzos para que este lugar excepcional no acabe siendo un lugar más de la Costa Brava de turismo de pandereta. Quizás estemos matando a la gallina de los huevos de oro, como ya se ha hecho en tantos otros parajes otrora maravillosos y cuya pérdida no hacemos más que lamentar.

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