Armani, una víctima colateral
El grave percance sufrido por Cayetano el miércoles en la plaza de Palencia ha hecho trizas la goyesca de 2008. El torero era el gran protagonista de la tarde tras el anuncio de que estrenaría un traje bordado con hilo de plata y adornado con lentejuelas y cristales diminutos, obra original del famoso diseñador Giorgio Armani.
Con Cayetano postrado en el lecho del dolor, la corrida no fue la misma. Se esfumó el glamour, se mojó el papel cuché, voló el encanto y perdió el modista italiano, que había soñado con la mejor pasarela imaginable para el desfile triunfal de su modelo preferido. Pero el hombre dispone y el toro descompone...
La plaza de Ronda lucía sus mejores galas en forma de caras conocidas de la prensa del corazón, extranjeros de diversa procedencia atraídos por la leyenda de Pedro Romero; curiosos, muchos curiosos con capacidad adquisitiva en tiempos de crisis, pues la broma salía por un pico: 135 euros la sombra baja, y una larga lista de invitados, entre los que destacaron los ministros de Fomento y Sanidad, y varios consejeros del Gobierno andaluz. Pero aficionados, muy pocos, porque hace tiempo que este festejo perdió su verdadera raigambre taurina para convertirse en un graderío de gente guapa que acude a un espectáculo menor.
Hernández / Rivera, Manzanares, Perera
Seis toros de Domingo Hernández, y el tercero, de Garcigrande, justos de presencia, inválidos y sosos. Al 5º se le dio la vuelta al ruedo.
Rivera Ordóñez: pinchazo, estocada caída y un descabello (silencio); media perpendicular y un descabello (ovación); estocada baja (oreja).
José María Manzanares: casi entera tendida (oreja); pinchazo y estocada (dos orejas).
Miguel Ángel Perera: estocada trasera (dos orejas); estocada (oreja).
Plaza de Ronda. 6 de septiembre. Corrida goyesca. Lleno.
No es una corrida de toros esta goyesca, sino una representación teatral bucólica, moderna y feliz de la pelea entre un animal salvaje y un hombre que hace ya más de dos siglos emocionara a los lugareños, paisanos de Antonio Ordóñez, artista excelso, creador de este festejo en el año 1954 como exaltación del toreo clásico, que ha mantenido su prestigio, a pesar de su evidente decadencia.
Ayer, una vez más, quedó claro. Seis novillotes renqueantes y lisiados a los que no se picaron y una terna de modernas figuras protagonizaron un simulacro de corrida. Una presidencia verbenera -la inmerecida vuelta al ruedo al quinto la invalida- y un público festivo hicieron el resto. Rivera, con el peor lote, mostró una enorme voluntad. Pidió el sobrero, deslucido, y sólo pudo dejar patente su deseo de triunfo. Manzanares toreó con enorme elegancia al muy noble quinto, y simuló algunos derechazos ante el amuermado segundo. Y Perera dejó claro que vive un momento extraordinario de seguridad y ambición.
Todo estaba preparado, no obstante, para la presentación en sociedad de la corrida moderna y el triunfo de un modista y su modelo, pero llegó el toro de Palencia...
Porque ha sido el toro el que, por azares del destino, ha impedido la transmutación de la plaza de Ronda en una pasarela; el mismo toro que, por desgracia, arrolló de mala manera a Cayetano y le ha chafado la gloria. El mismo protagonista que le ha robado todas las portadas a Armani, auténtica víctima colateral del percance. Pero que ambos aprendan: las creaciones de alta costura, para las pasarelas; en las plazas de toros, toros de verdad y toreros valientes y artistas. Y se acabó...
Babelia
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