La crisis trastoca el reparto de la riqueza
La renta empresarial se dispara, los salarios resisten y la recaudación fiscal se hunde
La intensidad de la crisis forzó hace un mes al Gobierno a cambiar sobre la marcha sus previsiones. Ahora cree que el frenazo de la economía es tan brusco que bordea la recesión. Y que el mercado laboral desandará el camino recorrido para volver a una tasa de paro cercana al 12,5%. Pero la crisis no sólo altera las previsiones, sino que también afecta al reparto de la riqueza. Y lo que reflejan los datos del segundo trimestre, difundidos esta semana, es muy llamativo. El excedente empresarial le ha dado un buen mordisco a la tarta del valor añadido y se ha disparado hasta el 43,73% del PIB. Es una cuota récord en más de dos décadas, ya que las rentas del capital sólo alcanzaron un nivel superior en otoño de 1985.
Los sueldos tendrán menos peso por las malas perspectivas del mercado laboral
Más sorpresas. El avance de las rentas empresariales se produjo sobre todo a costa de la recaudación fiscal, que ha acusado el recorte en ingresos tributarios por el desplome inmobiliario. En un año, su participación en el PIB ha pasado del 10,8% al 8,9%; es decir, que la parte del valor añadido que retiene el Estado para redistribuir ingresos es ahora mucho menor. La renta de los asalariados aún aguanta -en el último trimestre cedió ligeramente para situarse en el 47,4%-, pero las malas perspectivas del mercado laboral apuntan a que perderá peso en el PIB al galope.
El balance hasta junio de las grandes empresas que cotizan en Bolsa ya llamó la atención. El beneficio de 24 de las 35 del Ibex mejoró un 26% respecto al mismo periodo de 2007, cuando la economía iba viento en popa. Un análisis más detallado revelaba la importancia de los ingresos extraordinarios o de las ventas en el exterior. Pero la fortaleza de los resultados ordinarios contrasta con los problemas de crecimiento y empleo.
Hay expertos que creen que el bocado de las rentas de capital a la riqueza se debe también a una situación pasajera. "Hay un desfase entre la producción y el consumo, la crisis aún no se nota en toda su dimensión en las cuentas de las empresas", dice Juan Iranzo, director del Instituto de Estudios Económicos, ligado a la patronal CEOE. El economista jefe de Intermoney, José Carlos Díez, constata al comentar la evolución del segundo trimestre que "los beneficios crecen aún a tasa de dos dígitos", pero también que la crisis ha empezado a morder ya en los balances empresariales.
"Las malas perspectivas de negocio y la restricción del crédito han llevado a las empresas a frenar su inversión", añade Díez. Y no sólo en construcción. El gasto en bienes de equipo, que crecía al 13% hace un año, ahora se estanca. Tras el recorte de la inversión, vendrá el ajuste en beneficios, pero también en empleo. El analista de Intermoney recuerda que en la recesión de 1993, el recorte de plantillas fue tan intenso (el paro superó el 23%) que la productividad de la economía española llegó al 3%, el triple de lo habitual.
Que las rentas empresariales ganen terreno frente a las de los asalariados no es nuevo. La resistencia de los beneficios al desgaste de la crisis acentúa un fenómeno que comenzó hace más de 20 años y que ha avanzado en la última década. Como recuerda José Antonio Herce, socio de Analistas Financieros Internacionales, "los sindicatos ponían el grito en el cielo si el peso de los salarios bajaba hacia el 50% del PIB, pero eso ocurría hace mucho tiempo".
En estos años, la globalización ha llevado a aumentar el número de personas con empleo en todo el mundo, pero a costa de la desregulación del mercado laboral y de limitar los incrementos salariales, sobre todo en los países avanzados. En España, el salario medio ha llegado a retroceder en los últimos años, debido en buena parte a que la intensa incorporación de inmigrantes ha facilitado mucha mano de obra para los puestos de más baja remuneración. Hay también una reorientación de la actividad hacia el sector servicios, con salarios más bajos que la industria.
Herce da otra explicación: el número de autónomos ha crecido a mucha más velocidad que el de asalariados en los últimos años. Y las ganancias de estos profesionales se incluyen en los excedentes empresariales. "Con la crisis de la construcción, muchos trabajadores que se quedan sin empleo se dan de alta como autónomos", añade el socio de AFI. Los datos de la OCDE, que incorpora a asalariados y autónomos, reflejan que los excedentes empresariales también ganan peso con esta clasificación.
Un informe del Banco de España confirma que la participación de los salarios en la riqueza cae en toda la UE. Y que el ajuste es más prolongado y mayor en Holanda o Alemania. La respuesta alemana a la crisis de los noventa pasó por una congelación salarial para recuperar competitividad. Y algunos abogan por ponerla en práctica en España. "Si no lo hacemos, el ajuste llegará al empleo y será muy duro", vaticina Iranzo.
"En los últimos años, ya ha habido moderación salarial", opone Herce, "pero cuando buena parte de la subida de los precios se debe a un factor externo como el petróleo, quizá la subida de los salarios deba limitarse a la inflación subyacente". Este índice, que ahora acumula un alza del 3,3% (frente al 4,9% del IPC), excluye el impacto de los precios de la energía.
"Los que meten presión a los precios son los márgenes empresariales", sostiene Carlos Martín, de CC OO. En el aumento del deflactor del PIB, que recoge la subida de precios de los bienes y servicios de la economía española (lo que excluye a la importación), la aportación de los márgenes empresariales casi dobla la del alza salarial. "En muchos casos, falta competencia entre las empresas; el Gobierno no hizo nada por pinchar la burbuja inmobiliaria y ahora hace muy poco con la distribución o los servicios", añade.
El técnico de CC OO se opone a cualquier intento, como el del Banco de España, de desligar la subida de los sueldos del incremento real de los precios. Y esgrime más datos: la aplicación de la cláusula de garantía, que compensa la diferencia entre subidas pactadas e inflación final, ha permitido a los trabajadores bajo convenio ganar poder adquisitivo desde 2000.
En la antesala de otra reunión con los agentes sociales, el Gobierno reivindica la moderación salarial de los últimos años. Y dirige la mirada a quien más se ha beneficiado con la bonanza. El secretario de Estado de Economía, David Vegara, lo resumió esta semana así: "No podemos pedir todo el esfuerzo por una sola parte; es importante que los empresarios se dediquen a la inversión y al mantenimiento del empleo".
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