Enrique Ponce rompe su maleficio
Con el triunfo cosechado en la corrida de ayer, en la que desorejó al cuarto toro de la ganadería de El Ventorrillo, Enrique Ponce ha roto un maleficio que le perseguía, impidiéndole salir por la puerta grande de la plaza de toros de Vista Alegre desde que en 1996 fuese aprobado el nuevo Reglamento Taurino del País Vasco que instauró la obligación de cortar dos orejas a un mismo ejemplar para obtener tal reconocimiento.
Enrique Ponce siempre ha sido considerado un torero de Bilbao, sustituyendo en tal consideración a El Niño de la Capea, ya que, en cierta medida, fue Vista Alegre la plaza que le encumbró cuando, allá por 1990, aprovechó la sustitución de Joselito en una corrida de Torrestrella para lanzar de una forma definitiva una carrera de matador de toros cuyos inicios habían sido dubitativos.
El idilio de Vista Alegre con Ponce se ha mantenido inalterable
Quizá la actuación de ayer no ha sido la de más merito de las cosechadas en Bilbao
Así, llegaba a Bilbao, tras triunfar en la feria de julio de Valencia, pero sin haber obtenido en su debut como matador en San Isidro de ese mismo año el premio que le permitiese encauzar la temporada de su debut como torero de oro.
A partir de ahí su idilio con Bilbao se ha mantenido inalterable, tanto en sus inicios cuando, con el antiguo reglamento y sin la obligación de desorejar a un ejemplar, salió varias veces por la puerta grande, en corridas de Sepúlveda, donde, en corrida de la prensa triunfó con un sobrero de M. Álvarez, y del propio Alvaro Domecq, como en los últimos años.
Como habitualmente ocurre con los galardones -sin ir más lejos, Paul Newman fue premiado con un Oscar al final de su carrera por El color del dinero sin que fuera ni de lejos su mejor interpretación- su actuación en la corrida de ayer no ha sido probablemente la de más merito artístico de las cosechadas en el coso bilbaíno. Así, muy probablemente, la faena que en las corridas generales de 2006 fraguó a un toro de Zalduendo tuvó mas entidad, ceñimiento y acumuló más argumentos artísticos para ser premiada con ese doble galardón que le permitiese descerrajar la puerta del coso de Martín Agüero. Recuérdese que su negativa a conceder la segunda oreja en esta faena generó que lloviera una catarsis de críticas al presidente de la plaza, Matías González, que le hicieron incluso tambalearse de su puesto.
Ahora bien, tal y como supo reconocer la autoridad cuando con celeridad sacó el doble pañuelo en la tarde de ayer, el éxito cosechado en esta cita constituye el digno colofón a una trayectoria de 17 años en lo alto del escalafón en muchos de los cuales ha tenido que cargar personalmente con el peso de la púrpura y asumir tirar para adelante la temporada en beneficio de empresarios, público y afición.
Todo ello huyendo de la crónica rosa y el festivaleo, sin un solo escándalo, y, lo que es más importante, honrando la profesión y sintiéndose torero las 24 horas del día.
A mayor abundamiento, alcanzar la culmen en Bilbao puede ser un epílogo a su carrera, y, al derribar uno de los principales retos por los que aún se mantenía en activo, puede ser el prólogo de su anuncio de retirada de los ruedos, dando razón a los rumores que arrecian en este sentido en los últimos años.
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