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Los revoltosos hieren a tres policías y rompen los decorados de las calles de Gràcia

La plaza del Poble Romaní, en la parte baja de Gràcia, hirvió ayer hasta las seis de la madrugada y escaló otro peldaño en la tensión de los desalojos. No se llegó al enfrentamiento abierto, pero las ráfagas de objetos volantes, los conatos de barricadas y porrazos de los agentes aumentaron respecto a noches anteriores. Dos mossos y un guardia urbano fueron heridos leves por el lanzamiento de botellas de los centenares de individuos reacios a abandonar la fiesta. Los policías, que andan con las porras más sueltas tras las cinco de la madrugada, no lo pensaron dos veces para amoratar a los botelleros. Decenas de jóvenes recibieron golpes en abundancia. "Es la única forma de disolver a la multitud", señaló un portavoz de los mossos. "Es absolutamente correcto", ratificó el alcalde accidental de Barcelona, Ricard Gomà (ICV).

La creciente rudeza hizo que la madrugada se atragantara a los mossos, incapaces de disolver el bullicio antes de que salga el sol. El desalojo arranca en Rius i Taulet y zigzaguea hasta Poble Romaní, horas después, adonde el desenfreno les supera.

Los estragos se propagaron a las calles aledañas. Las vías de Tordera y Puigmartí denunciaron varios desaguisados con los elementos que configuran su ornamentación. Otras, como Fraternitat, amanecieron decoradas a medias: con figuras decapitadas y el enorme volcán que presidía la entrada en paradero desconocido. Estas calles son las más afectadas por su cercanía con Poble Romaní. Los vecinos de la zona opuesta no dejan de mostrar su alivio porque el follón vive ahora en otra zona. "Antes recibíamos nosotros. Gracias a dios, este año el jaleo se da en la parte baja", se despachó una vecina de Verdi.

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