El proyecto vital de Off Limits
Un espacio que programa ensayos para alterar la realidad
Hace tiempo Mitsuo decía que esto del arte era una carrera de fondo: "El que aguanta, llega" y aunque no siempre llegar es ganar, la verdad es que en un mundo tan precario como en el que se desenvuelve la estructura básica de la creación en nuestro pais, es, cuando menos, motivo para sentirse orgulloso de uno mismo.
La cuestión temporal está ahí pero, además, hace falta un compromiso personal muy importante. Si esto es así en el caso de los artistas, no lo es menos en el caso de quien desee poner en marcha un proyecto de gestión cultural independiente en Madrid. Ejemplos profesionalizados no nos faltan: La Fábrica, E-cultura, RMS (que parte de un equipo de comisarios)... Pero en todos ellos el empeño personal está latente. Si, a esto, sumamos la pasión por construir un soporte físico que pueda estar al servicio de los artistas, con conexiones sociales con el lugar en el que se inserta, esto se complica.
La gestión depende de una entidad sin ánimo de lucro y de una empresa privada
En 2.000, Lurdes Fernández e Ignasi Vendrell decidieron poner en marcha un proyecto vital, en forma de espacio independiente, en el que dar cabida a sus inquietudes personales y a diferentes campos de investigación, pero hasta 2006 no pudieron empezar a programar por falta de recursos. Su nombre, Off Limits (www.offlimits.es) responde a la necesidad de manifestar la ausencia de estructuras en las que verse reflejados y una cierta querencia a desbordarse a sí mismos. Está en Lavapiés, en la calle de la Escuadra, número 11.
La gestión de este espacio se fundamenta en una estructura mixta entre una entidad sin ánimo de lucro y una empresa privada que parece sacada de un manual de la tercera vía, que si bien hasta ahora no ha dado beneficios, les permite mantenerse en un cierto equilibrio. La empresa privada elabora proyectos de gestión cultural y consultoría, cursos de formación y gestiona el espacio para presentaciones de empresa, y dedica sus beneficios a dar soporte complementario a la entidad sin ánimo de lucro que funciona a través de las exiguas ayudas públicas para espacios independientes.
Su programación se centra en arte contemporáneo, un 80% del total, con un marcado carácter social, por la que han pasado, entre otros, NOAZ con sus grafitis, la publicación La Más Bella, el performer Rosenberg Sandoval, La Hostia Fine Arts, documentando sus acciones urbanas o los artistas visuales Carles Congost y Artemio. Está compuesta por numerosos proyectos de corta duración y cuatro grandes exposiciones al año, selecionadas por un consejo asesor del que forman parte artistas, críticos y educadores a través de un concurso público.
El 20% restante de la programación lo ocupan lo que ellos llaman Tribus, proyectos autónomos de encuentro y debate en formato de presentaciones mensuales abiertas, que se cruzan con el resto de las actividades del espacio de manera estable: robótica y arte electrónico a cargo de Dorkbot, creatividad libre organizado por El Invernadero de Lavapiés, estados de conciencia dirigido por la asociación Eleusis, arquitectura con el proyecto Pecha Kucha o V'J y música experimental.
Entre sus próximos proyectos, destacar Bocatarsis, el goce hace el cariño, para La Noche en Blanco, una propuesta que pretende poner en marcha una serie de actividades que faciliten el encuentro y el intercambio de miradas entre los distintos colectivos étnicos que habitan el barrio de Lavapiés. Por otro lado, están trabajando con la artista Virginia Villaplana en La exhumación de la infamia, una interesante propuesta que trata de analizar, desde nuestros días, diferentes elementos históricos y sociales de dos lugares, donde la represión franquista dejó multitud de represaliados, como son Valencia y Cuenca.
Lurdes e Ignasi siempre han manifestado que su proyecto vital, es algo así como una serie de ensayos para alterar la realidad que les rodea, que de cara a un futuro próximo, desean ampliar estableciendo contactos con otros espacios, más allá de nuestras fronteras.
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