El voto de la religión sí importa
Los candidatos hablan sobre sus errores ante los fieles de una iglesia evangélica
La religión en Estados Unidos importa. Tanto, que los votantes quieren tener claras las cuestiones de fe de los candidatos a la presidencia antes de acudir a las urnas. Así que sobre la fe y otros espinosos temas morales hablaron la noche del sábado el demócrata Barack Obama, de quien algunos sectores ultraconservadores han dicho en las últimas semanas que es musulmán, y el republicano John McCain. La cita era con el reverendo Rick Warren en su macroiglesia de Saddleback (Orange County, California), ante un auditorio de 2.200 personas en una de las regiones más conservadoras del país. Hablaron por separado, durante una hora cada uno, con el pastor evangélico. Cuando entraba McCain y salía Obama se saludaron con un afable apretón de manos y un leve abrazo: era su primera comparecencia conjunta en la campaña.
No lo tenía fácil Barack Obama para ganarse la simpatía del público de la iglesia del reverendo Warren ni del electorado conservador evangélico en general. Sus opiniones sobre el aborto, las células madre o los jueces conservadores del Tribunal Supremo le hacían salir en una posición de desventaja absoluta. Y, sin embargo, el candidato demócrata pareció cómodo en sus respuestas, muchas de las cuáles fueron muy aplaudidas por la concurrencia.
Obama no parece tener problema alguno para hablar de su experiencia religiosa, de su fe cristiana o de su relación con Dios, y ante las preguntas más complicadas, acudió a los matices, a la complejidad de los problemas. Sobre el aborto, por ejemplo, a pesar de manifestarse a favor ?con limitaciones- y de decir que él no podía determinar cuándo un feto empieza a tener derechos, hizo hincapié en la necesidad de controlar los embarazos no deseados, algo por lo que, a su juicio, George Bush no ha hecho nada durante sus ocho años de mandato.
El veterano senador por Arizona, John McCain, tenía otra misión: despejar dudas sobre su compromiso con los valores cristianos. Al contrario que Obama, McCain no parece encontrarse del todo a gusto cuando habla de su propia fe, pero el sábado ejecutó a la perfección su tarea: dio respuestas claras, concisas y sin matices. Respondió, ante las preguntas de Rick Warren, precisamente lo que el auditorio quería oír de un candidato republicano, y obtuvo encendidos aplausos.
¿Cuándo empieza la vida de un niño? "En el momento de la concepción", dijo. ¿Cuál es su posición sobre el aborto? "Seré un presidente pro-vida". ¿Qué es el matrimonio? "Una unión entre un hombre y una mujer". A esta última pregunta el candidato demócrata había respondido lo mismo, pero, una vez más, con matices: pronunciándose a favor de las uniones civiles para no restringir derechos, para que un homosexual pueda visitar a su pareja en el hospital, por ejemplo. El único tema en el que McCain no satisfizo enteramente a su público fue el de las células madre, cuando reconoció estar a favor de que se investigue con ellas.
Pero los candidatos no sólo hablaron de cuestiones sobre las que hay que legislar. El encuentro fue también una especie de confesionario en el que definir su relación con Dios y reconocer algunos pecados. Ambos fueron preguntados sobre su mayor fracaso moral. Obama se arrepintió de haber tomado alcohol y drogas en su juventud, lo que achacó al egoísmo propio de esa edad. McCain lo que más lamentó fue no haber conseguido llevar adelante su primer matrimonio, tema que raramente aborda.
También tuvieron que pronunciarse sobre el "demonio". Sobre si existe o no. Y sus respuestas fueron muy reveladoras. Obama dijo verlo en el conflicto de Darfur pero también en las calles de las ciudades norteamericanas. Dijo que había que atacar al mal con toda la fuerza, siendo "soldados de Dios", pero también con humildad, sabiendo que el ser humano no conseguiría erradicarlo de la faz de la tierra. McCain, una vez más, fue contundente y conciso. Con un gesto de extrema gravedad afirmó que se puede derrotar al demonio, encarnado ahora en la figura de Osama bin Laden, y que él sabía cómo hacerlo. En un discurso no muy lejano del que sostiene el actual presidente, George Bush, el "mal" está, fundamentalmente, fuera de las fronteras del país. Las referencias a la Seguridad Nacional fueron una constante a lo largo de la intervención del candidato republicano.
La actitud de ambos fue muy distinta. Mientras Obama conversaba con Warren -un conocido pastor con ventas millonarias de libros- y se dirigía a él mirándole a los ojos, McCain hablaba para el público, miraba a los electores, a sus electores. Para acercarse a ellos el candidato republicano usó las historias, las anécdotas personales, su pasado como veterano de Vietnam, las torturas sufridas y cómo la fe le ayudó a sobrellevarlas. Habló más de su espiritualidad de lo que lo había hecho hasta ahora. Y, en un país que ama la narración de historias como pocos, le funcionó.
El 78% de los conservadores evangélicos apoyaron a Bush en 2004. Que ahora voten a alguien como Obama es más que improbable y esas eran las bases del encuentro del sábado. Pero los analistas, que coinciden en el buen papel que hizo McCain convenciendo a los suyos de la firmeza de sus principios conservadores, señalan también que un Obama tranquilo y moderado ha logrado, al menos, dejar claro que no es un radical de izquierdas sino un cristiano consciente de los dilemas morales que, en este país especialmente, deben resolverse cuando se hace política. Y eso ya es bastante, especialmente en un momento en el que las encuestas ven una cierta indecisión en los jóvenes evangélicos, que podrían dejar, por primera vez, de votar casi unánimemente al partido republicano.
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