"Sería muy difícil celebrar unas fiestas así en otro lugar"

Profesional de renombre de la cocina multipremiado, Aitor Elizegi se enfrentó ayer a uno de los platos más complejos que ha debido de oficiar: ser el pregonero de las fiestas de su ciudad natal, él que tanto ha ejercido el bilbaínismo (tres generaciones de Santutxu pesan). Durante su arenga festiva a los miles de congregados ayer en la plaza del Arriaga, Elizegi les animó a disfrutar de las fiestas de una ciudad con "sueños de titanio y corazón en rojo y blanco". Trenzó su discurso sobre diversas alusiones gastronómicas y, como había anunciado, recordó especialmente a quienes pasasn la Aste Nagusia tras una barra.

El papel de pregonero le obligará a pasar casi toda la Aste Nagusia en el recinto festivo. Casi lo mismo que hace todos los años por estas fechas. Horas antes de pronunciar su pregón reflexionaba sobre su nuevo papel.

Pregunta. ¿Qué le supone ser pregonero de la Aste Nagusia?

Respuesta. Un orgullo. Creo que estas son las fiestas del pueblo, de la gente. Al ser pregonero he tenido la suerte de poder ver toda la evolución, durante estos días, de los preparativos de las fiestas, y creo que sería muy complicado promover algo así en otro lugar. Viendo todo el proceso desde dentro te das cuenta del enorme trabajo que supone organizar todo esto. Hay tantos grupos distintos y tanta gente que se pone de acuerdo para hacerlo posible que es difícil de entender. Es admirable.

P. ¿Qué destacaría de sus funciones como pregonero?

R. Lo primero es, por supuesto, introducir las fiestas y a todos sus participantes con el pregón. Pero soy consciente de la ilusión que le hace a la gente contar con el pregonero en su día a día festivo. Digamos que mi función, a partir de ahora, es acompañar a todos aquellos protagonistas de las fiestas que a lo largo de la semana inaugurarán eventos y presentarán las distintas actividades que se realizarán.

P. Lleva muchos años de Aste Nagusia. ¿Han cambiado mucho las fiestas con el tiempo?

R. Sólo la imagen de la ciudad; el resto sigue intacto. Seguimos siendo una pequeña ciudad rebelde, cuna de un populacho, en el mejor sentido de la palabra, que toma todos los años su Bastilla, o sea el Arenal, para celebrar su particular fiesta. A pesar de todos los focos de interés turístico que tiene, desde hace poco la ciudad, las Siete Calles y el Arenal siguen siendo de enorme interés. Hoy mismo [por el viernes] he visto a un montón de gente sacándole fotos a los montajes de las txosnas, por ejemplo. La ciudad ha cambiado, pero la gente sigue siendo la misma.

P. ¿Su menú de fiestas?

R. Soy un amante de los productos de temporada, así que aconsejo platos marineros. Un buen marmitako, callos a la vizcaína, atún o chicharro. Eso sí, con un toque slow, que creo imprescindible en estas fiestas. La comida y la cena son momentos para descansar, disfrutar y recargar energías para poder seguir mejor la vorágine que experimentamos durante estos días de continua actividad.