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Unos ladrones matan a un octogenario en su casa para robarle la caja fuerte

Un hermano del fallecido alertó a la policía cuando éste no acudió a un almuerzo

Un hermano de Ángel Salvador Añino, de 82 años y vecino del distrito de Chamartín, dio ayer la voz de alarma. Había quedado con Salvador para comer y éste no había acudido. En compañía de la policía, supo poco después el por qué de su ausencia. Unos ladrones habían entrado en el domicilio de Salvador y le habían atado de pies y manos. Tenía la cabeza cubierta con una funda de almohada. Le habían asfixiado. El objetivo de los asesinos era llevarse una caja fuerte. Los asesinos intentaron sacarla de la pared, pero desistieron porque estaban haciendo demasiado ruido, según supone la policía. El crimen eleva a 45 el número de muertes violentas registradas en la región este año.

Unos familiares llamaron ayer a las cuatro de la tarde desde Ávila al teléfono de emergencias 112 para denunciar que no sabían nada de Ángel desde hacía dos o tres días. Al domicilio de la víctima, en el número 7 de la calle de Baeza (barrio de Prosperidad, junto a la calle de López de Hoyos) acudieron agentes de la comisaría de Chamartín y facultativos del Summa. Los policías hallaron a Ángel Salvador tirado en medio del pasillo de la vivienda. Tenía las manos y los pies atados con cable de teléfono.

"Me da miedo entrar en mi casa. Esto ya no es lo que era", dice un vecino

Las primeras investigaciones apuntan a que murió asfixiado por sofocación. Tras recibir un golpe en la boca y en la cabeza, sus asesinos le pusieron una funda de almohada alrededor de la cabeza. Después se pusieron encima de él, a la altura del tórax, lo que le impidió respirar.

Fuentes de la investigación creen que el crimen se debió a un intento de robo. Salvador tiene una caja fuerte en el salón. Tras matar al dueño de la vivienda, los ladrones intentaron sacar la caja de la pared. Para ello picaron en el muro, pero lo dejaron. Posiblemente, el ruido que hacían con los martillazos les desanimó a seguir.

Buena parte de la familia del fallecido acudió a su domicilio tras conocer la noticia. Todos estaban desconcertados. Ninguno sabía las causas por las que Ángel había muerto. Entraron y salieron de la vivienda en numerosas ocasiones hasta que a las ocho de la tarde los servicios funerarios trasladaron el cadáver al Instituto Anatómico Forense.

Ángel vivía solo desde que enviudó hace unos ocho años, según los vecinos que tenían más trato con él. Su mujer falleció en un accidente de tráfico. Era un vecino de "toda la vida". La víctima mantenía un contacto permanente con su familia, especialmente con sus hijos, con los que se reunía a menudo, según detallaron algunos residentes.

Todos los que le conocían hablaron maravillas de él. "Era una bellísima persona", contaba María José, una vecina del número 9 de la calle de Baeza. "Hace unos años, cuando todos los que vivíamos en este bloque éramos personas mayores, formábamos un buen grupo de gente que quedábamos para tomar algo y charlar", relataba otro residente.

Salvador viajaba con frecuencia, según algunos vecinos. Las mismas fuentes aseguraron que la víctima colaboraba en periódicos internacionales. "Hace tres días regresó del último viaje y ayer vino a comer aquí", afirmó Josefina, trabajadora de la cervecería Falla, a escasos 30 metros del domicilio del fallecido. "Y siempre que no venía a comer, me decía: 'Me voy a tomar algo con mis hijos", añadió la empleada del bar.

"No doy crédito a lo que ha pasado. ¡Pobre Ángel!", exclamaba una mujer del barrio que conocía al fallecido mientras se le cegaban los ojos de lágrimas. Todos los que habían tratado el fallecido se fueron acercando al portal del número 7 de la calle de Baeza. Las caras de dolor e incredulidad se repetían en los diferentes corrillos que se formaron delante del domicilio de la víctima.

"Era un hombre muy chistoso y sociable", decía Josefina, que no paraba de lamentarse con constantes movimientos de cabeza a la vez que se tapaba el rostro con la mano izquierda. "Cuando venía con sus hijos o nietos, nos los presentaba con mucho entusiasmo", explicaba la trabajadora.

Ángel Salvador era una persona muy querida en el barrio. Hablaba con unos y con otros, y "siempre te saludaba con mucha efusividad". A pesar de su edad, la víctima se mantenía "muy bien" físicamente, según los vecinos. "Estaba como un chaval", contaba Josefina.

Tras conocer el fallecimiento de Ángel, algunos vecinos se quejaron de la inseguridad del barrio. "Me da miedo entrar en mi casa. Esto ya no es lo que era". Los vecinos cuentan que hace unos años la zona era "muy tranquila" y las personas que vivían ahí eran, en gran medida, mayores. "Hemos perdido la tranquilidad que teníamos", denuncian.

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