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Cosa de dos
Columna
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Juegos

Enric González

Que lleguen de una vez los Juegos. Que empiecen ya, y acabemos de una vez con todo el fárrago previo. Como los anuncios con que Televisión Española promociona la competición olímpica, abonados a la línea tecno-mutante que impera hoy en la publicidad deportiva. TVE sigue la estela de Cuatro. ¿Recuerdan a Iker Casillas convertido en algo así como Mazinger Z? En la cosa olímpica, unos cuantos atletas escogidos participan en un remedo de los X-Men. Y me pasa lo mismo que con los anuncios de la Eurocopa. La imagen de Roger Federer, ese señor tan educado y elegante, golpeando un meteorito, me parece la mejor alegoría sobre las ventajas del dopaje.

En cuanto a la voz en off, tan profunda y sugestiva, parece un canto a las maravillas del consumo abusivo de tabaco negro. Serán manías mías, pero los anuncios de las competiciones deportivas, basados en la violencia, la tribu y la monstruosidad física, me sugieren ideas curiosamente antideportivas.

Hay otra publicidad, aún más engañosa. Me refiero a la publicidad incluida en los telediarios. Siento un pálpito de tristeza cuando veo a Rosa María Calaf, un gran personaje del periodismo español, haciendo publirreportajes sobre las gigantescas obras olímpicas, el delicioso nuevo parque de Pekín o la exquisita organización china.

Todos los Juegos Olímpicos contemporáneos son, en esencia, una masiva plataforma publicitaria para una ciudad y un país. Ocurre, en este caso, que el producto chino se me atraganta. China sigue gobernada por un régimen tiránico, pese a los matices y las concesiones. China encarna la triple alianza entre dictadura, tecnología y multinacionales que puede caracterizar al siglo XXI.

Que empiecen ya los Juegos, por favor, o no me quedará estómago para verlos.

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