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El último baile en la Up & Down

La discoteca estudia abrir una nueva sala para jóvenes en la Gran Via

Carlos trabajó ayer. Pese a ello, la noche anterior bailaba hasta bien entrada la madrugada en la discoteca Up & Down. "Aquí me emborraché por primera vez, di mi primer beso a una mujer", recuerda. No dudó en acudir a despedirse del local tras escuchar por la radio que no volvería a abrir después de la noche del 29 de julio.

Los dueños del inmueble, la empresa de seguros Catalana Occidente, había decidido no renovar el contrato con los propietarios de la sala de fiestas.

El director de ésta, Carles Domínguez, tiene la misma edad que el local que regenta, 27 años. Recuerda que allí empezó a salir con sus amigos, cuando tenía alrededor de 15 años y acudía a las sesiones de tarde para menores, entre las cinco y las nueve de los viernes y los sábados. Cuando cumplió 18, empezó a ir a las sesiones de noche. Muchos barceloneses han compartido esta socialización discotequera en las dos salas de Up & Down.

Domínguez no entendía la decisión de Catalana Occidente. "Les hemos llegado a ofrecer pagar el doble de alquiler, pero no han querido negociar. No nos han dado ningún motivo para no renovarnos el contrato, siento impotencia", dice. La empresa se niega a explicar su decisión, y no ha dicho qué uso, que está estudiando, dará al local.

Los propietarios de Up & Down tienen el futuro más claro. A principios de septiembre abrirán el bar de copas Pom Up, en la calle de Plató, 13, y el 20 de ese mes lanzarán el nuevo Up & Down.

Pero la nueva discoteca no será una reedición de la antigua. Ofrecerá sólo las sesiones de tarde para menores, y estará en un lugar muy céntrico de la Gran Via, muy lejos del tramo de la calle de Numancia, que queda al norte de la Diagonal, donde se encontraba hasta anteayer.

Esta localización en la parte alta de Barcelona es un programa: "Up & Down es igual a tendencia pija". Lo dice Rafa, de 36 años, dj desde los 18. Fue uno de los últimos que pincharon anteayer en una sala en la que lo había hecho durante más de una década. Su última sesión era para los más fieles. La discoteca ya se había despedido de la mayoría de sus clientes adultos durante las fiestas de los dos viernes pasados, y el sábado celebró la última sesión de tarde. Entraron 2.500 chavales y muchos se quedaron fuera, explicó Domínguez, que se muestra "muy contento". A la despedida definitiva fueron, pues, pocos, pero entregados y dispuestos a aguantar hasta que el dj Rafa pusiese, como siempre, la canción Terra Titanic para acabar.

Si dentro de la sala reinaba una fiesta con toques de nostalgia, fuera de ella lo hacía la preocupación. Cerca del Up & Down hay varios restaurantes y bares de copas en los que comienzan la noche muchos clientes de la discoteca. Todos coincidían en que se va a notar el cierre, sobre todo cuando llegue el otoño. "Si este barrio ya estaba un poco muerto, ahora lo estará más", dice el propietario de uno de ellos.

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