La EPA no engaña, esto va en serio
Entre la información de la última semana, la EPA del segundo trimestre era la más esperada. En una primera valoración, podríamos decir que los datos no sorprendieron (ya teníamos suficiente información procedente de las estadísticas de afiliados a la Seguridad Social y paro registrado), si bien fueron algo peor de lo previsto.
Comenzando con el empleo, que es la magnitud más relevante de la EPA para valorar la coyuntura del mercado laboral, y por tanto, de la economía, la variación respecto al trimestre anterior fue de 22.900 ocupados más. Esta cifra, por sí sola, no nos sirve para hacernos una idea de cuál es la tendencia del empleo, pues está afectada por una acusada estacionalidad favorable, ya que en primavera, independientemente de cuál sea la tendencia de la economía, renacen muchas actividades de carácter estacional (turismo, construcción, agricultura...) que en el invierno permanecen al ralentí. Eliminando esa estacionalidad, el número de ocupados medios en el trimestre cayó en 139.500, un 0,7%. Es la primera caída desde la crisis de 1992-1993. Recordemos que la afiliación a la Seguridad Social dio un descenso trimestral del 0,5%, igualmente en términos desestacionalizadas, lo que da una gran consistencia a los datos.
Dado el duro ajuste del consumo y la inversión, lograr un crecimiento del 1,6% es casi inalcanzable
Es probable que el paro alcance el 12,6% a finales de este año y el 14% en el cuarto trimestre de 2009
Una caída de esta magnitud del empleo implica que el PIB ha podido registrar una tasa trimestral negativa o al menos nula. Para que esto no fuera así, sería necesario que el avance de la productividad por ocupado hubiera superado el retroceso del empleo. Ahora bien, en los últimos trimestres el aumento de la productividad no ha superado el 0,3% de media y aunque cabe suponer que se acelere su avance ante el actual ajuste de plantillas es difícil que supere el 0,5%.
Si hacemos el análisis a partir de las tasas interanuales observamos un aumento del empleo del 0,3%, es decir, en los cuatro últimos trimestres apenas se han creado 57.800 puestos de trabajo (gráfico superior derecho). A partir de esta cifra puede estimarse un crecimiento interanual del PIB del orden del 1,6%, décima arriba o abajo, lo que es coherente con un estancamiento o ligero retroceso del mismo en tasa intertrimestral.
Las implicaciones para el conjunto del año son importantes: a no ser que en el segundo semestre el PIB vuelva a registrar tasas trimestrales positivas, lo que me parece harto improbable dado el duro ajuste que están experimentando el consumo y la inversión, lograr un crecimiento medio anual del PIB del 1,6%, como espera el Gobierno y el consenso de analistas privados, es casi inalcanzable. Y si no se consigue, el 1% esperado para 2009 también está en el alero. Es encomiable el ejercicio de realismo que al fin ha hecho el Gobierno en sus últimas previsiones, pero desgraciadamente todos los cálculos desde hace un año se quedan obsoletos a las semanas de publicarlos.
Si al retroceso del empleo le unimos el fuerte aumento que sigue registrando la fuerza laboral (población activa), que en términos desestacionalizados alcanzó 186.100 personas, obtenemos un crecimiento trimestral del paro en 325.600 personas. La tasa de paro desestacionalizada subió del 9,3% en el primer trimestre al 10,6% en el segundo. En la zona del euro permanece estabilizada en el 7,2% (gráfico inferior derecho), eso sí, con un alza de la fuerza laboral muy inferior.
Las previsiones del paro son especialmente inciertas, pues dependerán de cuánto crezca la economía, el empleo y la fuerza laboral, y ésta, a su vez, del comportamiento de la inmigración. Pero, partiendo de escenarios razonables y prudentes, es muy probable que la tasa de paro alcance el 12,6% en el último trimestre del año, supere el 14% en el cuarto del próximo y aún siga su tendencia ascendente durante 2010. Son cifras nada alarmistas y sí muy preocupantes que deberían tener en cuenta Gobierno, sindicatos y empresarios -en los que el Gobierno parece haber delegado la responsabilidad sobre el funcionamiento del mercado laboral- a la hora de acordar medidas y reformas. Se trata de evitar un ajuste de plantillas como el que tuvo lugar en la crisis de los noventa, en la que entre el primer trimestre de 1991 y el primero de 1994 se perdieron 941.000 empleos. -
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
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