_
_
_
_
_
Reportaje:

Navajazo a Londres

La ola de homicidios con arma blanca sobrecoge la capital de Reino Unido - El asesinato de 21 jóvenes en lo que va de año enciende todas las alarmas

En lo que va de año han sido asesinados 21 jóvenes en Londres. El último, el jueves por la tarde. Hace poco, la capital británica se sobrecogió con cuatro homicidios por arma blanca en 24 horas. Unos días antes, dos estudiantes franceses murieron apuñalados en un modesto piso del sureste de Londres: habían venido en un intercambio de alumnos por unos pocos meses y sus cadáveres se llevaron a Francia más de 200 puñaladas entre ambos. Apenas unos días antes de ese macabro incidente, murió apuñalado en Islington, un barrio más bien de clase media, un chaval de 16 años que resultó ser hermano de una joven actriz del veterano serial de la BBC EastEnders.

Todas estas noticias han acaparado la atención de la prensa londinense en las últimas semanas. El año pasado eran las muertes a tiros. Este año son los navajazos. La fuerza de la prensa de la capital es enorme: entre los británicos ha calado la sensación de que en el país impera la ley de la selva y que el Londres del nuevo milenio es como el Nueva York de los años sesenta.

Ha calado la idea de que la ciudad es como el Nueva York de los años sesenta
Las estadísticas muestran una caída del 10% en los delitos, pero nadie se lo cree
Las propuestas de Brown se basan en las iniciativas que defendió Blair

El primer ministro británico, Gordon Brown, en caída libre en los sondeos desde hace meses, ha proclamado que hay menos crímenes que en el pasado. Las estadísticas le dan la razón, pero la gente no le cree. Los ciudadanos, los londinenses al menos, tienen la sensación de vivir sentados en un barril de pólvora a punto de estallar. Aunque las cifras publicadas esta misma semana reflejan que los delitos violentos han caído un 10% en el último año y que la utilización de navajas se mantiene proporcionalmente estable desde hace muchos años, los políticos han contribuido a fomentar ese alarmismo al reaccionar a las campañas de prensa como si efectivamente la criminalidad se estuviera desbordando.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Algunos, como el nuevo alcalde de Londres, Boris Johnson, lo han hecho por puro interés; a río revuelto, ganancia de pescadores, debió de pensar este astuto político conservador, que organizó la campaña electoral de los comicios de mayo situando la inseguridad ciudadana en primer plano. Le salió bien: ganó con claridad al hasta entonces imbatible Ken Livingstone. Pero quien a hierro mata a hierro puede morir, y desde que Johnson ha llegado a la alcaldía se ha producido la peor oleada de muertes violentas en la capital.

Otros políticos, como Brown, están reaccionando por mera necesidad: qué más da que la criminalidad suba o baje, lo único importante es lo que perciben los electores. Al primer ministro no le ha sido de mucha ayuda en este caso la ministra del Interior, Jacqui Smith, que hace unos meses tuvo la osada franqueza de reconocer que ella misma tendría miedo de pasear de noche por las calles de Londres. Tampoco le ha servido el que Smith lanzara hace una semana la peregrina idea de obligar a los navajeros a visitar los servicios de urgencia de los hospitales para ver con sus propios ojos el dolor y la destrucción que provocan en sus víctimas. Brown no desdijo luego a su ministra del Interior, pero restó importancia a la propuesta al precisar que era una entre muchas ideas que maneja el Gobierno para reducir la criminalidad juvenil.

Esas y otras sugerencias han dado cuerpo a un plan de acción contra el crimen juvenil. Un programa que no difiere mucho del ya presentado en abril pasado. Y que refleja muchas de las iniciativas defendidas en años anteriores por Tony Blair, que llegó al poder con el lema "duros con el crimen, duros con las causas del crimen", pero se despidió de él dejando como legado la sensación de que el gamberrismo de los jóvenes británicos no tiene ni cura ni parangón.

Entre las ideas propuestas por Brown está la de monitorizar a las 100.000 familias más conflictivas y recortar los beneficios sociales a quienes no controlen a sus hijos, una de las viejas propuestas de Blair. Brown quiere endurecer los castigos contra los jóvenes que porten armas blancas, pero no quiere llegar al extremo de que puedan ir a la cárcel por la mera posesión de una navaja, como proponen los conservadores. El primer ministro ha prometido también recortar la tarea burocrática de la policía para que los agentes puedan pasar más tiempo en la calle y menos en los despachos. Otra vieja aspiración de su antecesor. Con la economía en crisis y las cuentas públicas en alarmantes números rojos, el Gobierno no tiene mucho margen para ampliar la plantilla policial.

Downing Street ha recibido como agua de mayo el informe anual Encuesta del Crimen Británico (BCS en sus siglas en inglés), publicado el jueves. Tanto los datos sobre crímenes cometidos como sobre el temor de los británicos a ser víctimas de un asesinato revelan una considerable mejoría, contradiciendo la percepción que destilan los medios. Según el BCS, elaborado a partir de entrevistas con más de 45.000 personas, uno de cada cuatro británicos temía en 1998 ser víctima de un delito violento y uno de cada cinco temía que le desvalijaran el piso: esas tasas han caído ahora al 15% y el 12%.

Los datos sobre crímenes cometidos también reflejan una tendencia a la baja. El número de delitos ha bajado un 10% respecto al año anterior, los delitos violentos un 12%, los robos de coches un 11%, las sustracciones en domicilios un 12%, el vandalismo un 10%, el riesgo de ser víctima de un crimen ha caído del 24% al 22% y los robos personales han permanecido estables.

Los datos de casos reales contabilizados por la policía están en la misma línea. Los delitos registrados han caído un 5%, la violencia contra las personas un 8%, los ataques violentos graves un 12%, los delitos sexuales un 7%, los robos callejeros un 16%, el desvalijamiento de pisos un 4%, etcétera. Sólo suben los relacionados con drogas: un 18%.

El aumento de asesinatos con navaja en Londres está en la base de la actual preocupación. Con cierta razón: aunque los londinenses suponen menos del 14% de la población de Inglaterra y Gales, el año pasado sufrieron la tercera parte de las muertes por arma blanca. Sin embargo, en el conjunto del país el uso de navajas sobre el total de incidentes violentos (6%) es inferior al registrado en el año anterior (7%) y ha permanecido en los últimos años por debajo de la cota del 8% que se dio en 1995.

Hay otros indicadores, sin embargo, que permiten cuestionar estas cifras. Por ejemplo, los hospitales de Inglaterra y Gales aceptaron el año pasado a 12.340 personas heridas con cuchillos y objetos punzantes, un 19% más que hace cinco años. Aunque ese dato incluye los accidentes domésticos, la evolución al alza es significativa.

El edificio donde fueron acuchillados dos estudiantes franceses, a la izquierda. Al lado, un miembro de la policía científica en el lugar del crimen.
El edificio donde fueron acuchillados dos estudiantes franceses, a la izquierda. Al lado, un miembro de la policía científica en el lugar del crimen.AP / AFP

Violencia desatada

- En lo que va de año, 21 jóvenes han sido asesinados en la capital del Reino Unido.

- El último de los crímenes fue el pasado jueves y costó la vida a un hombre de 18 años. La policía sospecha que fue atacado por una banda de ocho personas.

- El 10 de julio, la ciudad quedó conmocionada por cuatro homicidios en 24 horas. Todos con arma blanca y sin aparente relación entre ellos.

- La semana anterior, dos estudiantes franceses -Laurent Bonomo y Gabriel Ferez- fueron brutalmente asesinados. Entre

ambos recibieron más de 200 puñaladas.

- Ben Kinsella, un chico de 16 años, hermano de una conocida actriz, fue apuñalado el 29 de junio en Islington, un barrio

de clase media. Acababa de celebrar el fin de los exámenes.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_