Extraña comedia romántica
Capaz de cuestionarse a sí mismo película a película, empeñado en forjar un nuevo modelo narrativo para cada ficción, Park Chan-Wook se define en la incesante fluidez y, a pesar de eso, sabe imprimir su reconocible identidad en cada plano. Para algunos, es uno de los autores más relevantes del cine contemporáneo. Para otros, una perfecta ilustración de los peligros de la autoindulgencia. Debutó con dos películas, Moon is the sun's dream (1992) y Saminjo (1997), que, según la autorizada voz del crítico Tony Rayns, no parecían apuntar excesivo talento. Conquistó las taquillas de su país con un impecable producto comercial, Joint security area (2000), que especulaba sobre la reconciliación y los desencuentros de las dos Coreas, antes de encontrar su voz propia con la sensacional Sympathy for Mr. Vengeance (2002). Dos años después, el Gran Premio del Jurado en Cannes obtenido por Old boy (2004) le convertía en el autor de moda.
SOY UN CYBORG
Dirección: Park Chan-Wook.
Intérpretes: Lim Su-jeong, Rain, Choi Hie-jin, Kim Byeong-ok.
Género: Comedia romántica. Nacionalidad: Corea del Sur, 2006.
Duración: 105 minutos.
Desde entonces, el cineasta parece enfrascado en la tarea de poner sus conquistas en cuarentena y desembarazarse de inercias de estilo. El proceso es un espectáculo en sí mismo: nadie sabe de qué modo va a sorprendernos aunque, en ocasiones, sus giros cobren la forma de una aparente frustración de expectativas. Como en este caso: Soy un cyborg no es la película que podía esperarse del director tras la híbrida y desconcertante Sympathy for lady Vengeance, pero no parece muy arriesgado aventurar que el paso del tiempo desvelará su condición de necesaria zona de tránsito en el conjunto de su carrera.
Aquí, Park Chan-Wook se aleja de la poética y la hosquedad de su "trilogía de la violencia" para proponer la más extraña comedia romántica jamás contada: el estilizado romance entre dos extremas encarnaciones de la diferencia (y la inocencia). Los improbables amantes de este amor doblemente fou (la acción transcurre en un manicomio que da tan buen rollo como un parvulario fashion) son una chica que cree ser un robot y el silencioso cleptómano que la sacará del pozo anímico. Los ecos de Amèlie (2001) resultan un tanto indigestos, pero en la película hay algo más que bonita (y eficaz) impostura: también contiene poesía, delicado humor lunático, sentimiento y, sobre todo, cine, extraordinario cine.
Babelia
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