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12º Congreso del PP vasco

Basagoiti mantuvo la opción de Quiroga para valerse ante Álava

Barreda y Laura Garrido jugarán un papel preponderante

El País

Con la designación de su secretario general en la ejecutiva del PP vasco, Antonio Basagoiti ha experimentado el nuevo escenario en el que va a jugar, una vez que hoy sea proclamado sustituto de María San Gil, casi por aclamación. El futuro presidente de los populares vascos quería demostrarse a sí mismo y a los demás que es capaz de articular con plena libertad de criterio su nuevo equipo de dirección. La experiencia ya le ha demostrado que, a partir de ahora, tiene que contar con él y con sus circunstancias.

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Sin desmerecer al resto de candidatos, Basagoiti pretendía depositar en Arantza Quiroga su máxima confianza para el cargo de número dos del PP vasco, en sustitución de Carmelo Barrio. A tal punto estaba convencido de la elección que, incluso, habló con la parlamentaria guipuzcoana para sondear su disponibilidad. Bien es cierto que ninguna de las dos partes interesadas dio el paso adelante, guardando un escrupuloso silencio que llevó al propio Basagoiti a negar la opción de Quiroga. La candidatura de la representante guipuzcoana se antojaba un claro guiño a la organización que acoge todavía a María San Gil y, además, respondía al perfil que añoraba el futuro presidente para encarar la nueva etapa del PP vasco.

Sin embargo, Basagoiti tampoco ha olvidado en todo este intenso proceso de designación de secretario general que Álava es, y seguirá siendo, un poder determinante en la estructura regional de los populares. Sin embargo, el todavía presidente vizcaíno manejaba una ecuación que le aportaba tranquilidad, ya que a su amplia cuota territorial en el actual congreso -más de la mitad de los compromisarios- le añadía con Quiroga una amplia representación de Guipúzcoa, excepción hecha del reducto sangilista.

Pero el resto de la cúpula del PP vizcaíno empujó a su líder con frecuente insistencia a que no hiciera oídos sordos a la candidatura propuesta por Álava, que siempre fue encabezada por Antonio Oyarzabal, con un peso político ligeramente superior a la alternativa que significaba Laura Garrido. Basagoiti era consciente de que esta estrategia le aportaba una cómoda tranquilidad ante su proclamación como sustituto de San Gil, pero se veía "constreñido". Eso sí, en todo momento varias voces del PP se han apresurado a asegurar que "no existe ningún problema" entre Basagoiti y Oyarzabal y que la relativa frialdad que pudiera apreciarse obedece a que "nunca han trabajado juntos, porque uno es parlamentario y otro concejal en Bilbao".

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Con el paso de las horas, Álava vio que no le cabía más alternativa que apretar el acelerador para que Basagoiti se aviniera a sus pretensiones. Pese a las lógicas resistencias propias de quien desea demostrar que no es "un presidente porque otros no quieren", el dirigente vizcaíno aceptó finalmente a Oyarzabal con un retraso sobre su plan previsto. Esta demora vino a confirmar la dureza de las conversaciones, en las que participó decisivamente Dolores de Cospedal.

Solventado el principal escollo, la confección del resto del grupo dirigente ha sido muy sencilla. El componente femenino sobresale en un primer análisis, con dos pivotes esenciales como son Quiroga y Garrido, bajo el control de Leopoldo Barreda, quien ha vuelto a prestar un servicio de leal colaboración a la estructura dirigente. Para la nueva etapa, el engarce entre la labor parlamentaria y la política diaria se considera fundamental.

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