La nueva solidaridad
Cuando un aspirante a director recibe por fin el beneplácito del dinero para poder realizar su ansiada ópera prima cinematográfica, las ganas de epatar, los excesos de ambición y la acumulación de temas, recursos y subtextos suelen acabar provocando cierto hacinamiento de conceptos, ideas y objetivos. Es la contrapartida que a veces ofrece el gratificante atrevimiento.
Irene Cardona, debutante con la comedia social sobre la inmigración Un novio para Yasmina, en cambio, se presenta con la mesura por montera. Tanta, que unos pecan por exceso y ella por defecto: su película, a pesar de la altura de la temática, resulta intrascendente, superficial e incluso ingenua. Eso sí, las tribulaciones de una chica marroquí para estabilizar (y, sobre todo, legalizar) su vida emocional en España están descritas con un halo de simpatía que terminan redimiendo en parte algunas de sus carencias.
UN NOVIO PARA YASMINA
Dirección: Irene Cardona.
Intérpretes: Sanaa Alaoui, María Luisa Borruel, José Luis García Pérez.
Género: comedia. España, Marruecos, 2008.
Duración: 92 minutos.
Adentrarse en una temática tan peligrosamente enredadora como la inmigración suele conllevar un excesivo aferramiento al tópico. Pero Cardona sólo cae en él en muy contadas ocasiones y, aunque peque de redundante en diferentes secuencias de la segunda mitad del metraje que poco aportan, demuestra además una buena labor en la dirección de actores, casi todos desconocidos a excepción de José Luis García Pérez.
De puntillas
Sin embargo, el inconveniente principal de la película proviene de la excesiva querencia de su creadora por no molestar a nadie, en pasar de puntillas por los aspectos más polémicos y en cimentar su edificio en el precioso rostro y la sugestiva sonrisa de la marroquí Sanaa Alaoui. Lo que hace de Un novio para Yasmina la película ideal para esos festivales concebidos alrededor del cine solidario, la propagación de valores y la igualdad de la mujer, tan de moda y tan (supuestamente) necesarios hoy en día en el mundo de la cultura biempensante.
Por desgracia, cuando uno piensa en las mejores películas de la historia, no se le ocurre ninguna que sea solidaria, integradora y pedagógica por principio, y sí muchas que resultaron polémicas, aguerridas, desconcertantes, arriesgadas y hasta equívocas.
Babelia
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