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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Bigotes de Brassens a la luz de gas

Carles Geli

El mítico bar Pastís de Barcelona cerró el pasado miércoles por quedarse sin clientes y sin dueño. Fue sólo una ausencia de 24 horas: se habían citado todos en la sala Luz de Gas al grito de Salvem el Pastís! de las garras de una ordenancista Barcelona que quiere imponer al histórico local de 1947, so pena de cierre, un váter doble, doble también la puerta para insonorizar, algún complejo circuito de extintores y otras chucherías de seguridad en tiempos de asepsia de diseño. Meritorio empeño municipal el de meter todo eso en un local de 22 metros cuadrados útiles.

Cierto desconcierto se advertía entre los incondicionales, extrañados por la temprana convocatoria (20.30), el barrio (del chino a Sarrià-Sant Gervasi) y los 15 euros de entrada. Pero la causa es la causa (había hasta camisetas negras con un NO gigante en blanco, a módico precio) y ahí estaban los poblados bigotes curvos de pelo cano a lo mítico Brassens, los cabellos blancos con cola de caballo, los cestos largos de mimbre, alguna gorra de marinero azul, mucha blusa de nimios tirantes y camisetas sobre pantalón blanco en cuerpos de próximos cuarentones para arriba. De esa guisa pasaban bajo carteles en papel de embalar: La música no es ruido; La música es cultura, y el impagable Nos quieren hundir, pero somos de corcho y flotamos, reflexión no de Sartre, sino de Carmen de Mairena.

La querencia por el Pastís provocó dos efectos: predominio de la cerveza bebida de la botella y apelotonamiento en notables grupúsculos, parejas cogidas como antaño, sentados en el suelo y dejando entre sí grandes claros. Frente al escenario, ahí donde cabrían dos pastissos, desfilaron 16 artistas solidarios, los que son o fueron clientes o que hicieron ahí sus primeros pinitos artísticos; o sea, amigos, que es lo que genera ese Pastís que dedica sus mesas a ausentes como Ovidi Montllor y Josep Maria Huertas Clavería. Para todo eso da el pequeño Pastís.

"Hace años que no voy, pero ahí llevábamos a algunos de la Sexta Flota morteamericana a emborracharles y a dejarles sin ropa ni nada", evocó Quico Pi de la Serra antes de cantar un Plurals, plurals que marcó ya las dobles lecturas de la noche. Miquel Pujadó recuperó la estética de la guitarra en ristre y el pie en la silla para cantar a Brel y a Brassens por dos veces, una junto a ex trinquero Miquel Àngel Pascual, recitando estentóreo un El rei dels cretins.

"Que ese cielo azul que ves / ni es cielo ni es azul, / lástima que no sea verdad / tanta belleza", dijo tanguera Elba Picó, tras reclamar que esta Barcelona "no sea sólo la botiga més maca del món", justo antes de que el francés Philippe Bot, al recitar locales donde ha actuado en Barcelona (La Paloma, el London...), compusiera un réquiem de espacios para la música en directo.

Salvador Puig Antich brotó como icono de los recuerdos musicales de Joan Isaac y Jordi Fábregas, que volvían a Brassens, referencia estelar de la noche sólo superada por la de Ángel de la Villa, el propietario del Pastís que iba pidiendo silencio para poder escuchar a Paco Ibáñez, el cliente que le llevara el poeta José Agustín Goytisolo. Logró el cantautor, guitarra y pie en silla, claro, que el público siguiera de nuevo un estribillo y se balanceara al unísono, ese mismo público que abandonó el local a hora prudencial, silencioso, besando a un propietario que dice perder 600 euros a la semana por no poder dar música en directo, que le cuesta subir cada día más la persiana, y que igual con lo recaudado pone un contencioso al Ayuntamiento "porque no se puede amenzar como si esto fuera un Oeste cutre... Es curioso; en los sesenta el Pastís no molestaba; en 1992 nos grabó la CNN y hoy, esto". Le piden a Ángel que arranque ya el cartel de Mairena. La clientela de Luz de Gas ha cambiado: más collares y ropa de marca, vaso largo. No había absenta. Hay, sin duda, una Barcelona que se acaba.

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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