"Salvar bancos no puede ser más importante que salvar vidas"
Charles Abani parece bastante enfadado. Una vez más, los países ricos van a romper las promesas de ayuda que le hicieron a África. "Si los miembros del G-8 han podido juntar un billón de dólares para salvar a sus bancos de la quiebra en los últimos seis meses, ¿cómo es posible que no puedan cumplir su promesa de elevar la ayuda a África a 50.000 millones anuales a partir de 2010?", se pregunta Abani, director regional de Oxfam para África y representante de la coalición de centenares de ONG y centros de estudios llamada Acción Global contra la Pobreza. Y añade: "Salvar bancos no puede ser más importante que salvar vidas, esto para mí está claro".
"Para África es muy importante que se cumplan los compromisos asumidos en 2005 en Gleneagles. Si no se aumenta la ayuda, África retrocederá décadas. Nuestros Gobiernos no tienen más remedio que gastar dinero en comida y aparcar la educación o la salud. No hay suficiente para todo. Sesenta y dos millones de niños dejarán de ir a la escuela en los países pobres. Ya no se puede esperar más, la crisis está aquí y lo que en un papel son números y proyecciones, en las calles y el campo africanos es la peor de las realidades", añade. Conforme habla, este corpulento nigeriano que no llega a los 50 años endurece el discurso.
Abani tiene a sus espaldas muchas cumbres y pocas alegrías. "Sería al menos satisfactorio que en esta reunión se estableciera un método de contabilidad para saber qué dinero es fresco en ayudas y cuál es en realidad dinero prometido para una cosa que se traspasa a otra", opina. "No se trata sólo de venir aquí a pedir dinero", dice Abani, "también de que se nos dé la oportunidad de crear empleo y bienestar. Un buen resultado de esta cumbre también sería el de una apertura del comercio mundial para los productos africanos o, mejor dicho, el fin del sistema de subvenciones que dan los países ricos a sus agricultores y que tanto distorsiona el sistema internacional de transacciones comerciales", añade.
Abani está en contra de los biocarburantes: "Los países ricos no pueden quemar la comida mientras los pobres se mueren de hambre. Su producción está agudizando la crisis".
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