Por la visibilidad lésbica
Por unos instantes, imaginen que son lesbianas. Mujeres en una sociedad aún machista, mujeres sin referentes sociales, mujeres que no constan en casi ningún sitio, ni tan siquiera en el Instituto de la Mujer, mujeres que en muchos casos viven con el miedo a ser agredidas, insultadas, despedidas, rechazadas. Meigas del siglo XXI.
Resulta muy difícil poder vivir la ciudadanía plena cuando pasas la vida sin encontrar casillas que recojan tu existencia. En la consulta ginecológica, en las investigaciones de todo tipo, en los libros de historia, en los planes de igualdad... Ser lesbiana hoy sigue siendo sinónimo de misterio. Se sabe que existen, pero, ¿dónde están?, ¿cómo son?
La clave se llama invisibilidad. Un fenómeno que retroalimenta la discriminación, porque quien no existe no sufre ni padece, ni tiene posibilidades de defenderse. Ser invisible es ser vulnerable, es no poder disfrutar de todo aquello que las lesbianas, desde su armario, han ayudado a conseguir para el resto: la presencia en el ámbito público, los derechos civiles, la salud plena. El miedo a perder el trabajo, en un país donde la precariedad se escribe en femenino, o el temor a ser rechazadas por la familia, condiciona en gran medida la realidad de miles de lesbianas en España, sobre todo en los ámbitos rurales o ciudades más conservadoras.
Y ser invisible es vivir con estrés, con miedo, con mentiras. Una vida que no nos merecemos y que hoy, en el marco legal en el que vivimos, ya no tiene sentido. Porque aunque la lesbofobia sigue estando a nuestro alrededor y aún no contemos con referentes públicos, muchas cosas han cambiado. Sobre todo, el hecho de que una nueva generación de lesbianas viene pisando fuerte, dispuestas a quemar los armarios y pedir lo que como ciudadanas les toca: ser visibles en las instituciones, en los medios de comunicación, en el sistema educativo, en el sanitario. Lesbianas que piden referentes a sus mayores y que exigen que no resulte tan fácil el mobbing y el despido lesbofóbico. Lesbianas diversas que quieren que 2008 marque un antes y un después en su historia. Conscientes de que la visibilidad, con ayuda de todas y de todos, será su realidad. Lesbianas que tienen muy claro que libertad sólo se escribe con V de visibles.
Carmen G. Hernández es coordinadora del Área de Políticas Lésbicas de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales.
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