La mala memoria
Algunas secuencias de Metrópolis se consideraban definitivamente perdidas. Sin embargo, la casualidad ha permitido toparse con una copia de esta obra cumbre del cine mudo alemán que Fritz Lang dirigió hace ochenta años. Era posesión de un coleccionista privado argentino, y ahora, en Alemania, varios expertos recuperan técnicamente esas secuencias para añadirlas a la copia más completa que se conservaba. El mundo del cine está de enhorabuena. ¿Cuántas otras joyas seguirán ocultas en manos de gente que no sabe lo que tiene?
Es frecuente, al menos en España, que se ignore lo que conservan los archivos. Por ejemplo, cuando murió Fernán-Gómez cabría haberse esperado que TVE repusiera aquella historia del cine español que el actor nos contó al presentar trece de sus obras en un ciclo que le dedicaron hace 25 años. Antes de cada proyección, Fernán-Gómez narraba durante veinte minutos anécdotas de la película, que él hacía trascender a categoría de retablo histórico. Una joya a recuperar. También podía haberse esperado que con motivo del fallecimiento de Cyd Charisse se volviera a ofrecer la excelente entrevista que Terenci Moix le hizo para su célebre programa Más estrellas que en el cielo, allá por 1990. Pero aquí parece no haber memoria.
Otro ejemplo: estaría bien recordar en imágenes parte del pasado, a tenor de las suspicacias, no todas bien intencionadas, que vuelve a provocar la tan traída y llevada ley del cine, y de ese run-run entre cierto mundillo del cine contra el director del ICAA Fernando Lara, a quien culpabilizan de todos sus males. Siempre que se ha hablado de leyes del cine se han despertado viejas ambiciones económicas. En la década de los sesenta, el entonces director general García Escudero abandonó el cargo tras su intento de mejorar las condiciones del cine español. Pilar Miró dimitió tras presentar su famoso decreto-ley en 1984, harta de protestas y presiones. Especialmente estupefacta se había quedado al ver ante su despacho una manifestación en la que productores y directores portaban un ataúd en cuyo interior se suponía estaba el cadáver del cine español. En ambos casos el cine español no se murió sino que sus condiciones mejoraron. Qué pena de archivos. Podrían ayudar a relativizar las presuntas tragedias de hoy. Y a que nos riéramos un poco.
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