París renuncia al contrato de integración para satisfacer a España
Francia inauguró anoche su presidencia de la UE con la iluminación de la Torre Eiffel con el color azul y las estrellas amarillas de la Unión, en una ceremonia brillante, comprensible y atractiva para cualquier europeo. Es una metáfora de lo que pretende París: devolver la ilusión en la UE a los europeos, hacerles ver la necesidad de Europa. "La respuesta es concentrarse en los problemas importantes que preocupan a los ciudadanos y que se resuelven mejor a escala europea", apunta el primer ministro, François Fillon. Entre ellos, el de la inmigración. Francia ha renunciado a que el contrato de integración para los emigrantes sea obligatorio en la UE y satisface así a España.
Bernard Kouchner, ministro francés de Exteriores, dice comprender el malestar del ciudadano con un mundo institucional alejado de los problemas cotidianos. "En una Europa que no es capaz de responder al incremento de los precios del petróleo, a la gente le trae sin cuidado la Constitución", dice. "Si conseguimos acabar la presidencia habiendo explicado de un modo claro a los ciudadanos la necesidad de Europa, habrá sido un éxito", apunta.
La cuestión migratoria será tratada dentro de una semana en Cannes y el primer ministro vaticina el acuerdo sobre el Pacto de Inmigración y Asilo. "Estamos cerca, a falta sólo de un acuerdo semántico", asegura. La cuestión más conflictiva es el contrato de integración concebido y aplicado en Francia y que España no quiere. Brice Hortefeux, ministro de Inmigración, mantiene que "es un problema menor que no impedirá el acuerdo".
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