El debate que Euskadi apenas siguió
Los 'batzokis' y las sedes socialistas de Bilbao ignoran el pleno del Parlamento - Los ciudadanos se ocuparon del trabajo, el ocio, las compras y la Eurocopa
Begoña y su marido toman el aperitivo. Él va y viene, inquieto. Ella hojea un periódico, serena, pero lanza miradas furtivas al televisor, que sintoniza Telecinco, sin volumen. En la mitad superior izquierda del monitor se suceden personajes tan desconocidos como variopintos. A la derecha aparecen unos tertulianos alborotados. Sólo el rótulo inferior permite descubrir qué es eso que tanto altera a esas personas y que logra captar la atención de Begoña: "Todo listo para que Belén Esteban pase por el altar: Los preparativos".
"Ibarretxe se ha obcecado; no ve los problemas", indican en una sede del PNV
"Su plan sólo divide y ya hay bastante división", sostiene una socialista
" Si todo esto sirve para que haya paz, bienvenido sea", dice una peneuvista
Más que el poder del cotilleo, lo que sorprende de la escena es el quién, el dónde, el cuándo. Begoña y su marido son militantes del PNV, "de Olabeaga y de toda la vida", el refrigerio lo toman en el batzoki de Deusto y el reloj marca las 12.58 horas, instante en que 75 parlamentarios se disponen a votar el proyecto de ley para la consulta popular que con tanta perseverancia ha defendido Juan José Ibarretxe. A la vista del nulo entusiasmo que ha generado en estos afiliados, también entre las dos camareras y los cinco clientes que charlan en la sede del PNV, nadie diría que el asunto es tan trascendente para el futuro de los vascos y de las vascas como algunos pretenden. "Sí, ya sé que hoy se debate la consulta, pero es que he tenido una mañana horrible. Primero, las compras, y después, el médico. Esguince", dice Begoña, apurada, señalándose el tobillo vendado. Como si la salud no constituyera una excusa lo suficientemente sólida como para relegar a un segundo plano su militancia y al lehendakari. "¿Debate? Si supieras la mañana que hemos tenido", suspira con acento sureño y tono cansado Rosa. Abrió el bar a las 8.
El interés suscitado en este batzoki es sólo un ejemplo, nada sospechoso, del que despertó en la sociedad vasca la sesión de ayer en el Parlamento vasco. El debate pasó de puntillas, furtivo, entre una ciudadanía más pendiente entre las 9.30 y las 13.10 de los quehaceres diarios y del fútbol que del derecho a decidir. "¿Sabes qué?", inquiere a las 11.35 Alfonso, camarero del batzoki de Rekalde y simpatizante del PNV, "aquí hoy el tema ha sido el España-Rusia. Y de los que hemos hablado, todos íbamos con España", susurra mientras las dos pantallas planas Sony que presiden la sede peneuvista permanecen apagadas. Sólo sintoniza ETB-1 cuando la conversación llega a oídos de Txema, jeltzale, y se lo le pide.
"Se me ha pasado. Los viernes, con los pedidos, son criminales. Pero nadie me ha pedido que le ponga el debate. ¿Sabes por qué? Ibarretxe se ha obcecado en algo que no va a ninguna parte, y la gente se ha aburrido. Yo defiendo que al pueblo se le pregunte, pero el lehendakari no se da cuenta de que a la gente le preocupan el paro, los precios o la vivienda", dice Alfonso. Y tercia Txema: "Eso no quita para que los vascos podamos hablar, para que se respete nuestra decisión. ¿Qué hará Madrid? Lo de siempre, lo mismo que hace cuatro años", protesta amargamente. Los demás clientes, una docena, ignoran el debate que, ahora sí, se les ofrece en ambos televisores.
Javi no es militante socialista, pero regenta el bar de la Casa del Pueblo Ramón Rubial, en Txurdinaga. Son las 10.15 y en el televisor actúa Juan Luis Guerra. El canal, 40 Latino. "No sé mucho del plan Ibarretxe, pero por lo que he oído, muy bien no me suena. Ni sabía que el debate era hoy. Paso bastante de la política y ninguno de estos me ha pedido que lo ponga". Señala a una familia que da cuenta de apetitosos pinchos y a dos trabajadores del servicio municipal de limpieza que han hecho un alto en el camino. "Y si me lo pidiera, muy amigo tendría que ser para que se lo pusiera", confiesa.
"¿Qué debate?", pregunta Loli, murciana de San Javier, responsable de la Casa del Pueblo de Rekalde. Son las 11.55 horas y en la sede están ella y un repartidor más pendiente de la conversación que del albarán. En el único televisor se proyecta una serie americana de Cuatro. "¿Lo de Ibarretxe? No lo veré, no me gusta. Es algo que divide más que une, y aquí ya hay suficiente división social. A mí me han llamado de todo, me insultan, me dicen fascista, española de mierda... No lo entiendo", dice.
"No sabía que lo daban por la tele, ahora lo pongo". Gorka, afiliado del PNV, regenta el bar del batzoki de Begoña. Son las 10.45 y departe con Juan Luis, que se declara "independentista" y lee EL PAÍS. Hasta ese instante, la televisión exhibía cuerpos morenos en tablas de surf. Ahora ofrece un plano medio del lehendakari. "Lo que propone Ibarretxe está muy bien, pero a España no le interesa que salga adelante. No entiendo tanto miedo a la consulta. Si lo que plantea el lehendakari es tanta locura como dicen, que dejen que sea la sociedad la que se lo diga", opina Gorka. "Me parece bien la consulta de Ibarretxe, aunque se me queda escasa -interviene Juan Luis-. No va a salir porque el PSE es un partido español y actúa como tal. Lo único bueno es que, al final, esto acabará en elecciones anticipadas. Serán en marzo, así que después tendremos tres años sin elecciones generales ni autonómicas, tres años en que los partidos podrán sentarse y hablar a fondo, sin pensar en las encuestas, sin más horizonte que el acuerdo".
A las 12.45, uno de los dos televisores que tiene el bar de la sede socialista de Deusto sintoniza los 40 Principales. Francisco ha abierto a las 9.00. "Nadie me ha pedido que ponga el debate. Hace meses sí vinieron los de las Juventudes Socialistas a ver los debates Zapatero-Rajoy, pero nunca a los de Ibarretxe", se justifica. "Yo no estoy de acuerdo con Ibarretxe. Eso de querer separarse me parece que no respeta la ley", concluye.
Begoña, la peneuvista lesionada, planta al televisor y a la Esteban cuando le preguntan por Ibarretxe. "Me parece bien su consulta. Con algo hay que probar, ¿no?", se pregunta. "Mira, hijo. No sé si es buena o mala, pero si lo de hoy sirve para que haya paz, bienvenido sea. Porque eso es lo primero, la paz".
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