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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sin papeles

Yo he sido inmigrante sin papeles, y podría serlo en la actualidad, pero soy médico internista y hacen falta especialistas en los hospitales españoles, por lo que seguramente me salvaría de ser encerrada por 18 meses.

Mis abuelos, inmigrantes italianos en Argentina, nunca fueron tratados así. Tampoco hubieran entendido por qué al llegar a Latinoamérica, huyendo del fascismo, la guerra y el hambre, se les privaba de su libertad, sin haber cometido delito alguno y sin orden judicial.

Ésta es la "amnesia retrógrada", como diría Manuel Rivas, de un continente que se hizo con la emigración y se rehízo con la inmigración. Esta política de inmigración es humillante, elimina la protección legal de personas que no han cometido delitos y que ya no resultan cómodas. Yo pensaba que el proyecto europeo protegía las libertades y aseguraba la racionalidad y el derecho. Pero creo que aquí lo que ha ganado es la derecha. Mi agradecimiento por su coherencia y buen hacer a los eurodiputados catalanes J. Borrell, R. Obiols y Grau i Segu por haber votado en contra de esta reforma o abstenerse.- Gabriela Picco. La Seu d'Urgell, Lleida.

La demagogia no es de izquierdas. El grueso de las críticas a la directiva retorno (de inmigrantes en situación irregular) aprobada por los Gobiernos de la UE y por el Parlamento Europeo es básicamente demagógico.

Porque no se trata, como se está señalando con aspavientos, de que ahora se vaya a retener a los inmigrantes hasta 18 meses antes de reenviarlos a sus países de origen. El planteamiento es el opuesto: si no es posible devolver a los inmigrantes ilegales, el tiempo máximo de retención mientras se tramita su expulsión es de 6 meses, prorrogable a 18 en los casos complicados (es decir, en los supuestos en los que las autoridades de los países de origen no colaboren para readmitir a sus propios nacionales); ese periodo ya existe en países como Alemania, y es ilimitado en otros siete Estados miembros donde quizá la directiva se considere "de izquierdas".

Siendo serios, es más social, más responsable y más de izquierdas garantizar que los trabajadores inmigrantes entran en Europa de manera legal y con contratos de trabajo; lo contrario, la perspectiva de circular y trabajar en Europa sin papeles incentiva a las mafias del tráfico de personas y la explotación dickensiana de trabajadores inmigrantes clandestinos, además de presionar hasta lo insostenible sobre el sistema de servicios sociales, incluidas las pensiones del futuro cercano.

No se trata, por tanto, de xenofobia, racismo ni de cerrojazo de Europa a los extranjeros; se trata de gestionar políticamente la realidad de la inmigración vinculándola al mercado de trabajo en el marco de un enfoque global que incluye también la integración de los trabajadores extranjeros legales, y (por lo menos, en el caso de España) el fomento de acuerdos de cooperación, desarrollo y readmisión con los países de origen y tránsito. En realidad, la directiva es una medida de armonización de legislaciones diversas, necesaria para sentar las bases de una política de inmigración común.

Eso sí, tras la directiva que regula el retorno, debería aprobarse una que armonice la entrada legal de trabajadores extranjeros.

Y ya debería existir un régimen común de asilo.

.- María Muñiz de Urquiza. Bruselas, Bélgica

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