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Un año marcado por Rajoy

El Consell de Camps se ve lastrado por las dificultades económicas

El Consell cumple hoy su primer año de funcionamiento. Un ejercicio en el que Francisco Camps ha visto cumplidas las expectativas que depositó en un gabinete de marcado carácter presidencialista y bajo perfil político en el que algunas políticas empiezan a dar síntomas de agotamiento.

La política puesta en marcha hace un año da síntomas de agotamiento

El curso ha ofrecido dos rasgos definitorios: la alianza de Camps con el presidente nacional del PP, Mariano Rajoy, que ha supeditado parte de las actuaciones del Consell a la estrategia de oposición al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Una alianza interna que ha llevado al Consell a tomar decisiones con la mirada puesta en las reacciones de otros barones populares, como la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, o del PP de Andalucía, Javier Arenas, que en sus consecuencias sobre la ciudadanía.

El segundo rasgo definitorio de este primer año de Gobierno valenciano lo ha marcado la necesidad de hacer frente a la desaceleración económica y las graves tensiones presupuestarias de la Generalitat, con un nivel de endeudamiento que ha disparado todas las alarmas. A continuación se destacan los elementos que han marcado la actuación de Camps y su Gobierno.

- Rajoy. El líder de la oposición a Zapatero es un personaje habitual de la política valenciana. Rajoy ha ofrecido mítines en compañía de Camps en Xàtiva, Valencia, Alicante, Gandia y Elche. En Valencia se presentó oficialmente como candidato a la presidencia del Gobierno, se relajó de la derrota electoral frente a Zapatero y salió reelegido presidente tras barrer a sus críticos hace una semana. Como contrapartida, Rajoy ha colocado a los tres vicepresidentes de Camps en la dirección nacional del PP y ha potenciado a los campistas de Alicante.

- Cortes Valencianas. A diferencia de la anterior legislatura, en la que Camps optó por imprimir un ritmo frenético, en este primer año de su mandato ha optado por dormir al Parlamento. Ha reducido al mínimo las sesiones de control y ha evitado la tramitación de proyectos de ley que pudiesen erosionar sus expectativas electorales. En el segundo semestre de 2007 solo aprobó la ley de Medicamentos Veterinarios y la de Presupuestos para 2008 y la de Acompañamiento. La estrategia de Camps se ha visto favorecida por una oposición desnortada.

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- Las críticas. Camps no ha resistido la tentación de poner sordina a las voces críticas. El caso más sangrante es el de la Síndic de Greuges. El PP ha forzado una reforma del reglamento para intentar sustituir a Emilia Caballero, cuyos informes contradicen buena parte de los méritos que el Consell se atribuye en cuestiones como la ley de la Dependencia o la política urbanística. En este año, Camps ha forzado el cese de las emisiones de la TV-3 y ha dejado en el olvido su oferta de llegar a un pacto sobre la pluralidad de las televisiones autonómicas.

- Las clases medias. El Consell ha continuado con sus políticas destinadas a favorecer a las clases medias urbanas. La supresión de los impuestos de sucesiones y de patrimonio y la implantación paulatina de la gratuidad de los libros de texto son ejemplos de ello. En este esquema es posible incluir los acuerdos de estabilidad alcanzados con los sindicatos para mejorar las condiciones de los funcionarios de la Generalitat.

- Las catástrofes. El incendio de más de 5.000 hectáreas de monte en L'Alcalatén, y las inundaciones en La Marina Alta el pasado otoño pusieron a prueba la capacidad de reacción del Consell, que se esforzó por no quedarse atrás en su competición silenciosa con el Gobierno.

- La financiación. La falta de dinero se ha convertido en el talón de Aquiles del Consell, que llegó a plantearse una nueva reforma del Estatut para presionar al Estado. La carga de la deuda, la ralentización económica que se ha traducido en una rebaja de ingresos, y la deficiente financiación estatal de servicios como la sanidad, junto a una política que no renuncia a los grandes eventos, ha generado fuertes tensiones presupuestarias. Camps exige una revisión del sistema de financiación que actualice el censo de población, pero de momento se ha visto ya obligado a recortar las inversiones no sociales en un 25% y a mejorar el ahorro sanitario.

- Los estandartes. Los grandes espectáculos siguen siendo la divisa del Consell. La Fórmula 1, la Volvo Ocean Race y otros espectáculos lúdicos, deportivos y musicales, se han convertido en el escaparate de la gestión de Camps.

- El enfrentamiento. El Consell ha mantenido su enfrentamiento con el Gobierno central en cuestiones como las políticas urbanística o hídrica, aunque hay elementos que inducen a pensar que hay un punto de inflexión. El parón inmobiliario y las críticas de la Unión Europea han hecho que el Consell estudie cómo abordar de manera más eficiente la política urbanística. En materia de agua, la puesta en marcha de las desaladoras y las políticas de ahorro garantizan el suministro y han hecho que Camps no rechace de plano un gran pacto estatal en esta cuestión. Otros dos frentes siguen más activos, el de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que el Consell quiere descafeinar al máximo, y el del desarrollo estatutario, que el Gobierno quiere limitar en materia de derecho civil valenciano, con repercusiones en las relaciones familiares y patrimoniales.

- La inmigración. La propuesta del Consell de implantar un contrato de integración para los inmigrantes no comunitarios ha abierto la caja de Pandora. El Gobierno valenciano es consciente de que su discurso en esta materia le ha permitido ganar en barrios de clase trabajadora. Y también lo sabe el Ejecutivo socialista. Ambos tratan ahora de ajustar sus discursos.

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