Un conflicto malhablado
Educación autoriza a una alumna a dejar las clases de un profesor polémico
"La culpa de los problemas educativos la tienen los pedagogos", dijo un profesor de música en un instituto de Sevilla. Una alumna de 14 años le advierte: "Profesor, mis padres son pedagogos". Y el docente remata: "Todos los pedagogos son unos soplapollas, y los psicólogos también".
Yo hablo el lenguaje que ellos hablan. Y claro que menciono las drogas o el sexo
Esta escena se vivió hace unas semanas en la clase de 2do-C de la ESO, en el instituto público Martínez Montañés. Los padres de la chica, Reyes Ortega y Rafael Peral, se sentían desde hacía tiempo muy molestos con el comportamiento "ofensivo" del docente. "Este comentario fue el colmo de una serie de comportamientos inmaduros y poco profesionales por parte del docente", explican los padres. Por ello decidieron, "ya hartos", protestar en la dirección del centro y después en la inspección. La respuesta llegó en una carta con membrete de la Consejería de Educación. Fecha 11 de junio: "El Servicio de Inspección ha adoptado las oportunas medidas". Según los padres de la niña, estas "medidas" no han exisitido. En sus escritos citaron ejemplos de comentarios racistas del docente como "te has pasado de rayos UVA" a un chico de color o "¡qué buena está esa!" refiriéndose a otra profesora del centro.
Los padres consiguieron el permiso de la Delegación para que su hija no acudiera más a esa clase. "No fue a música desde el siete de mayo. Perdió casi dos meses de clase y le bajo la media", explica Ortega, de 47 años, que trabaja en un centro de ayuda a discapacitados intelectuales. "Nosotros tenemos experiencia en educación y no creemos que esta persona esté preparada para dar clase", juzgaba la madre, ante el asentimiento del marido. Sentados en el despacho de ella coinciden en subrayar que este no es un problema ideológico. "Para liberales, nosotros", afirma Peral, que lleva 25 años ejerciendo como orientador familiar."El problema no es nuestra hija sino todos los niños que se encuentren con un profesor tan irresponsable como éste en el futuro".
Son las 11:30 en el IES Martínez Montañés. En los pasillos, pequeños grupos de personas. Los 1.200 alumnos del colegio ya no tienen clase así que los que conversan son profesores. "Estamos contigo", le dice Angel González, profesor de griego, al compañero "atacado". Lleva unos folios grapados en la mano. "Los abajo firmantes queremos manifestar nuestro malestar e indignación", se lee al comienzo del escrito. Y continúa: "Damos nuestro total apoyo a Don Santiago Arellano en lo que parece una persecución injusta y sin sentido a un profesor que se ha distinguido por el cumplimiento de su trabajo y por su enorme implicación con los alumnos".
Santiago Arellano tiene 42 años y es de Salamanca. "Me han sometido a una caza de brujas", explica, muy nervioso, en vaqueros y camisa de cuadros. "Yo sólo hago bromas y todos nos reímos". De los chistes obscenos y demás groserías se defiende así: "Yo hablo el lenguaje que ellos hablan. Y por supuesto que menciono las drogas o el sexo". El docente cree firmemente que eso es lo que se debe hacer, a modo de prevención. Los padres se indignan: "¿Cómo va a ser una forma de educar a nadie poner una canción de Bob Marley y decir que le apetece liarse un canuto?". Después insisten en que el problema del colegio, "que quede claro" no se ciñe sólo al profesor de música. "Ha habido más de cuatro bajas en tres semanas. Mi hija ha perdido muchas clases. Es todo un desastre".
El director del centro, Juan Aldivia, contesta que "el sistema de sustituciones no es competencia de los centros sino de la Delegación". Y concluye: "los padres tienen razón en estar molestos pero el profesor ya se disculpó y no se puede arremeter, por un problema, contra todo el instituto".
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