"Me siento como si viviese en un segundo franquismo"
El teólogo jesuita y profesor Alfredo Tamayo presenta esta tarde (19.30) en el salón plenario del Ayuntamiento de San Sebastián Siempre de vuestro lado, su último libro (SBDS Editores), en el que recopila los artículos que ha publicado a lo largo de 20 años en EL PAÍS y El Diario Vasco. Acompañarán al autor el consejero de Estado José Ramón Recalde, el librero Ignacio Latierro, y sus alumnas Maite Pagazaurtundua, presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, quien ha prologado la obra; la profesora universitaria Irene Cuesta, y el editor del libro y también alumno suyo, Ramón Estévez. Se pretende así rendir homenaje a la valentía de este profesor que desde hace casi 30 años ha sido una voz de apoyo que ha llevado el calor y la conciencia que ha acompañado a las víctimas del terrorismo frente a la insensibilidad de una sociedad ciega a su dolor.
"Nuestro país está contaminado por un narcisismo grupal maligno" "El clero y los religiosos de Guipúzcoa jamás han pedido perdón"
Pregunta. Además de ponerse del lado de las víctimas, el libro entona un mea culpa por la insensibilidad social.
Respuesta. Contaré cómo se produjo en mí el giro en un funeral en el Buen Pastor, una de esas misas convencionales, de cumplimiento, que es "cumplo y miento", al ver salir derrumbándose a una viuda joven sostenida por el entonces ministro [de Interior, José] Barrionuevo, que era un buen hombre. También influyó en mí el giro que dio Juan Mari Bandrés propiciando el final de ETA p-m.
P. Han pasado 30 años desde entonces. ¿Cómo ve la evolución social que ha habido?
R. Ha aumentado el rechazo sociológico a la violencia, pero nuestro país está contaminado por lo que Fromm llama "narcisismo grupal maligno". El nacionalismo es un narcisismo que puede tener unos efectos benéficos para conservar una cultura, una lengua, pero fácilmente declina en el narcisismo maligno.
P. Hablando de narcisismo, usted dice que significa, sobre todo, la incapacidad de situarnos en el lugar del otro.
R. Eso es. Para el narciso uno siempre es el referente, y el nacionalismo tiene mucho de eso. Se exaltan los orígenes y se crean personajes absolutamente míticos, como hizo Arana con la exaltación de la raza.
P. El nacionalismo lanza precisamente hoy un desafío a la legalidad.
R. Yo no negaría nunca que Ibarretxe es una buena persona, pero es un iluminado, según los análisis de personalidad que hace Jung. Al iluminado le falta sentido de realidad. Él no ha caído en la cuenta de que ha perdido las elecciones, de que en su partido provoca división y rechazo.
P. El Gobierno vasco ha pedido perdón a las víctimas.
R. Puede haber buena intención, pero es más potente ese nacionalismo maligno que les puede. Y, a pesar de que no estén a favor de matar y pidan perdón, al poco tiempo de eso dijeron algo que estaba en contradicción con ello. Es la táctica del balancín que tanto achaco a la Iglesia del País Vasco y en la que Setién era un maestro. Siempre condenaba los asesinatos, pero, al mismo tiempo, reprochaba al Estado español las torturas. Y la prueba de que la Iglesia obra así aquí es que el PNV siempre alaba su conducta.
P. Usted acusa a la Iglesia de falta de comprensión.
R. El clero y los religiosos de Guipúzcoa jamás han pedido perdón y en eso se nota la distinción que hay entre el nacionalismo guipuzcoano y el vizcaíno, porque en Vizcaya 250 sacerdotes, con el obispo a la cabeza, pidieron perdón por su conducta.
P. ¿No le resulta difícil vivir siendo en solitario esa voz y esa conciencia social tan crítica y, por consiguiente, tan valiente?
R. No es nada fácil. Con el peso de un nacionalismo que lleva unas cuantas legislaturas, se ha asentado en el poder y maneja los medios de comunicación, como suelo constatar escuchando la radio, te sientes en cierto modo como viviendo en un segundo franquismo, en unos tiempos de partido único. No se ha avanzado mucho en la mentalidad de las personas y eso te deja un poco el alma por los suelos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.