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OPINAN LOS JÓVENES | La juventud y las drogas

Una mirada cargada de escepticismo

Oihane Zabala, de 21 años; Maite Alonso, de 19, y Mikel Etxegarai, de 18, acogen con escepticismo los datos del estudio oficial, que muestra un descenso generalizado del consumo de alcohol, tabaco y drogas ilegales en la juventud. Los tres coinciden en que los jóvenes empiezan a beber más temprano y lo hacen en mayor cantidad. "Compran menos en bares, pero es porque hacen más botellón", opina Zabala. Alonso añade que el único factor que se le ocurre para que esto vaya cambiando es el incremento en el precio de las copas.

Sí coinciden en que se fuma menos tabaco, "sobre todo porque ha subido tanto el precio de una cajetilla", apunta Zabala. Etxegarai cree que el descenso se da más entre los chicos, mientras que las jóvenes siguen sintiéndose "más guays y adultas" con un cigarrillo en la boca.

"Muchos amigos han cambiado el tabaco por la marihuana, que ven más sana"

No creen que quienes ya fuman tengan intención de dejarlo, al contrario de lo que indica el sondeo. Es el caso de Oihane, que fuma desde los 15 años. "Tengo pensado intentarlo dentro de unos años, pero por ahora no, porque me gusta". Maite, no fumadora, coincide en que sus amigas se reafirman en su hábito: "No quieren dejarlo, no les importa todo lo que se oye sobre sus consecuencias".

Frente a la conclusión del estudio de que ha aumentado la percepción del riesgo sobre el cannabis, tradicionalmente considerado una droga blanda, Etxegarai afirma todo lo contrario: "Conozco a muchos amigos que han sustituido el tabaco por la marihuana porque tienen la idea de que es más sana. Están muy confundidos". Zabala, en cambio, cree que las nuevas generaciones temen más las consecuencias del cannabis: "Mi hermana de 14 años lo ve como algo peor de lo que lo veo yo".

El resto de drogas se les antoja una realidad lejana. "En mi pueblo veo más drogas, pero no entre mi gente", señala Mikel. "No entiendo qué lleva a una persona a meterse. Supongo que es algo similar al tabaco: fumas el primer cigarro por probar, porque todo el mundo lo hace y te dicen que está de puta madre... Empiezas para hacerte la guay, y luego terminas enganchada", aventura Oihane.

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Para sensibilizar, apuestan por campañas prácticas que dejen claras las consecuencias nefastas de consumir. Zabala cree que las campañas en los colegios pueden ser útiles siempre que consistan más en "hacer que en enseñar conocimientos".

Para Alonso, la clave es que el mensaje venga de alguien que se perciba como igual. "Si quien te dice que algo está mal es un señor de 40 años, piensas: ¿qué sabrá este viejo?" También cree que una experiencia trágica puede concienciar: "Que alguien que haya empezado a fumar joven te cuente sus problemas de salud". Lo mismo opina Mikel. Además de sentirse concienciado por los anuncios más impactantes, cree que las experiencias directas son clave. "En la jornada de puertas abiertas a la Facultad de Medicina, nos enseñaron los pulmones de cadáveres fumadores y no fumadores. Muchos amigos dejaron de fumar".

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