El Gobierno evitó que el Príncipe volara sobre Irán por temor a un incidente
El avión de don Felipe hizo casi 2.000 kilómetros más en su viaje a Afganistán
La visita sorpresa que el Príncipe de Asturias hizo el pasado día 17 a las tropas españolas en Afganistán tuvo una gestación más compleja de lo habitual. El Gobierno se vio obligado a cambiar el itinerario del avión en el que viajaba don Felipe por temor a que pudiera producirse un incidente con Irán, cuya relación con los países occidentales se ha deteriorado gravemente a raíz de las sanciones impuestas por su programa nuclear.
En vez de hacer escala en Kuwait, como hizo el Rey, quien le precedió el pasado 31 de diciembre en su visita a Afganistán, el heredero de la Corona tomó la ruta del norte y aterrizó en la base de Manás, en Kirguizistán. El cambio de itinerario supuso alargar un viaje ya de por sí penoso en casi 2.000 kilómetros más (unos 900 por cada trayecto).
Inicialmente, el viaje se planeó por el Golfo Pérsico, por lo que se tramitó la petición de sobrevuelo ante las autoridades de Teherán. Como en ocasiones anteriores, se trataba de volar en el Airbus 310 del Grupo 45 hasta un emirato y viajar luego desde allí en un Hércules C-130 del Ejército del Aire español hasta Afganistán cruzando Irán.
Sin embargo, las autoridades iraníes aprobaron recientemente una directiva en la que prohíben el vuelo de aeronaves C-130 sobre su territorio, por temor a que estos aviones militares de transporte puedan tener algún papel (por ejemplo, de captación de información) en un eventual ataque contra sus instalaciones nucleares. Tras comunicar, a través de la Embajada española en Teherán, la existencia de esta nueva normativa, las autoridades iraníes aseguraron que, en virtud de sus buenas relaciones con España, estaban dispuestas a hacer una excepción y a permitir el sobrevuelo de don Felipe. El visto bueno llegó verbalmente el 1 de junio con indicación del pasillo aéreo por donde debía volar la aeronave.
Sin embargo, a falta de sólo 24 horas del viaje y sin una autorización por escrito, el Ministerio de Asuntos Exteriores recomendó tomar una ruta alternativa y evitar el espacio aéreo iraní. La seguridad del Príncipe recomendaba no arriesgarse en ningún caso a la posibilidad de que hubiera un malentendido.
La prueba del nerviosismo creciente de régimen de los ayatolás ante las declaraciones cada vez más belicosas de los responsables israelíes, respaldados por los estadounidenses, es que hace sólo unos días un avión de combate F-4 despegó para verificar la identificación del viejo Boeing de la Iraqi Airways que cubre habitualmente el trayecto entre Bagdad y Teherán.
Finalmente, el viaje de don Felipe fue más penoso de lo previsto pero, en cambio, le permitió visitar el destacamento del Ejército del Aire en Manás, donde hay 52 militares, incluido un comandante de su promoción, y pasar por el Equipo de Reconstrucción Provincial de Qal-i-Naw antes de llegar a Herat.
El episodio demuestra, en todo caso, que una escalada de la tensión con Irán desestabilizaría toda la región, incluida la zona de Afganistán donde están las tropas españolas.
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