Los cursos a maltratadores no tienen ayuda y dependen de voluntarias
El programa se imparte en un entorno universitario, pero carece de fondos
Decenas de voluntarias imparten desde hace algo más de año y medio un curso para reeducar maltratadores en la Facultad de Psicología de la Universitat de València. Aunque la ley Integral de Violencia de Género obliga desde junio de 2005 a que determinados hombres condenados por malos tratos realicen cursos de reeducación, lo sorprendente es encontrar un curso como Contexto, un programa que surge en la facultad de Psicología de la Universitat de València y que subsiste gracias a la filantropía de los voluntarios y la institución que cede el espacio.
A los primeros 30 agresores que han acabado el curso se les hará seguimiento
La directora del programa, Marisol Lila, profesora de esta facultad, explica que decidió montar este programa tras recibir la llamada del Centro de Inserción Social de Picassent, que buscaba "cursos rigurosos metodológicamente".
"El 95% de los recién llegados dice ser inocente. No tienen sentimiento de culpa ni necesidad de cambio. Para ellos no es violencia amenazar de muerte, acosar con el móvil o impedir ver a la familia. Culpabilizan a la mujer constantemente", apunta. En su opinión, el contexto -de ahí el nombre del programa- es cómplice del grave problema social de la violencia de género. "El vecino que oye golpes en el piso de al lado y no llama a la policía está consintiendo este delito", sentencia.
De acuerdo con la directora de estos cursos, entre un 10% y un 15% de los agresores condenados a hacer este aprendizaje, ni siquiera aparece al ser enviado por los servicios sociales penitenciarios. En la fase de evaluación abandona otro 5%, y ya en la fase de intervención, a la que asisten entre 10 y 12 personas por curso, se pierde el rastro a otras dos o tres personas. Trimestralmente envían al juez informe de cada uno, hasta de los que ni siquiera se presentan.
Los primeros 30 agresores que han participado en el curso acaban de graduarse. Para ellos no ha acabado el proceso, porque está establecida una fase de seguimiento de 18 meses. En total se está atendiendo a alrededor de 150 personas.
Las clases las imparten diariamente dos jóvenes por cada grupo, en su mayoría son psicólogas pero también hay seis juristas, entre las que se encuentra Amparo Peris, que compagina su carrera con el voluntariado. La abogada aplaude la ley que obliga al juez a imponer cursos y trabajos en beneficio de la comunidad bajo determinadas circunstancias. "En prisión no aprenden nada. Salen peor de lo que han entrado por la rabia acumulada", opina Peris, quien reconoce que faltan medios. En sus clases persigue prevenir la violencia dando a conocer qué consecuencias se derivan de comportamientos agresivos. "Quizá no podamos cambiar su forma de ser, pero debemos enseñarles por qué están aquí", dice.
Desde que arrancara el programa en noviembre de 2006, no han recibido ninguna subvención. "Nos preocupa su continuidad porque no podemos seguir subsistiendo mucho más tiempo sin financiación", dice Lila de unos cursos a los que se han derivado más de 170 maltratadores condenados.
Aunque hay personas voluntarias, el grueso de colaboradores lo integran recién titulados de Psicología, que aunque muy motivados con la experiencia, más pronto que tarde buscarán trabajo, lo que da una idea de la provisionalidad del proyecto. Nadie cobra nada y Lila deriva recursos de su dedicación como profesora porque cree en el proyecto. Recientemente se han puesto en contacto con el Gobierno y perciben "buena voluntad". Y lamenta, por el contrario, que en estos dos años ningún organismo de la Generalitat haya prestado su apoyo.
Los cursos están divididos en dos partes. En la primera, de tres meses, se evalúa a los asistentes con entrevistas personales. En la segunda, de intervención, pretenden que los condenados por maltrato reconozcan la violencia y asuman responsabilidades para poder cambiar conductas. Además, se intenta reducir los factores de riesgo.
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