La crisis que Solbes llamó crisis
El vicepresidente no dudaba en 1993 en usar la palabra maldita
El coro de voces, cada vez más nutrido, que clama contra el Gobierno para que reconozca la gravedad de la situación económica, se aplacaría con frases del tipo: "Hay que hacer sacrificios, la crisis es de todos" o incluso con algo así como "no conocemos aún cuál será la duración de la crisis". Son palabras del vicepresidente económico, Pedro Solbes. Pero hay trampa: las pronunció en verano de 1993 cuando era ministro de Felipe González y la última recesión de la economía española estaba en todo su apogeo.
Solbes se ha referido en varias ocasiones a aquella intensa etapa como muestra de que está preparado para navegar en aguas turbulentas. Y saca a menudo el retrovisor para relativizar la situación actual. Un vistazo al cuadro macroeconómico apuntala sus argumentos. No sólo es que todavía la economía siga creciendo, aunque sea a un ritmo muy bajo, sino que otros indicadores como el paro o el saldo de las cuentas públicas no resisten la comparación.
El superavit y el euro son las grandes diferencias frente a 1993
Pero los que defienden que la economía española está al principio de una intensa crisis también tienen sus argumentos. Casi todos los indicadores muestran su peor cara desde, precisamente, 1995, el año en que empezó la recuperación. También son relevantes las malas sensaciones de consumidores y empresas que, después de 13 años de crecimiento ininterrumpido y robusto (3,5% de media en este periodo), asisten a un frenazo brutal. La Fundación de Cajas de Ahorros apostó esta semana porque habrá "una recesión intensa y duradera". Y los analistas del banco Morgan Stanley trazan inquietantes paralelismos con la crisis de 1993.
"En septiembre de 1992, el Bundesbank luchaba por enfriar la economía alemana, con una inflación que llegó al 6,3%, mientras la Reserva Federal ayudaba a Estados Unidos a superar la recesión de 1991", recuerda Morgan Stanley en un informe de esta semana. La divergencia entre las políticas monetarias a ambos lados del charco recuerda a la situación actual. El BCE también insiste en poner coto a la inflación, con tipos del 4% y amenazas de nuevas subidas. Por contra, la Fed los ha bajado hasta el 2% para activar la demanda. Resultado: el dólar, como en 1992, está en caída libre, lo que no ayuda a las exportaciones europeas.
En la crisis de los noventa, la fortaleza del marco alemán y la rigidez del sistema monetario europeo facilitaron los ataques especulativos sobra la libra o la peseta, que no podían mantener su cotización con déficit exteriores abultados. Los altos tipos de interés primero y las cuatro devaluaciones de la peseta después, llevaron a un duro ajuste en empleo y actividad empresarial. En déficit exterior es ahora aún mayor (11% del PIB), pero aquí reside la mayor diferencia: el euro permite captar financiación exterior, sin dudas sobre el valor de la moneda.
"En estos años, la economía española se ha beneficiado de dos shocks externos positivos: desde que, en 1994, quedó claro que se ganaba el derecho a incorporarse a la unión monetaria, los tipos cayeron del 15% al 4%. Y en los últimos siete años, cuando el impacto de esa bajada de tipos perdió fuerza, entraron en nuestro país cuatro millones de personas", recalca Guillermo de la Dehesa, presidente del Center for Economic Policy Research, centro de investigación con sede en Londres.
De la Dehesa, que hizo estas reflexiones en unas jornadas celebradas este jueves en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, mantiene que es normal la ralentización tras 13 años de fuerte crecimiento. "Los ciclos, en economía, existen", enfatiza. Y concede que la situación se ha agravado por el petróleo y la crisis financiera. Pero subraya que "la burbuja inmobiliaria, que al fin ha estallado", es un problema casi exclusivamente español. En 1993, la caída de la vivienda también jugó un papel destacado, aunque en este sector la situación es ahora peor.
En todo caso, De la Dehesa, que fue secretario de Estado de Economía con el PSOE en los ochenta, huye de los paralelismos. "Teníamos un déficit público tremendo, del 6% del PIB, la morosidad superó el 9% [ahora no llega al 1,5%], el mercado laboral es ahora más flexible y la tasa de paro llegó entonces al 24%, por no hablar del euro. Era otro mundo". Luis de Guindos, presidente de Lehman Brothers España, que también participó en las jornadas, añade otra diferencia fundamental: "En estos 15 años, nuestra integración en la economía mundial es mucho mayor". La presencia de compañías españolas en mercados que siguen creciendo a buen ritmo (Suramérica, Europa del Este, Asia) y las confortables cuentas de resultados de muchas empresas tras década y media de expansión amortiguarán el golpe.
Eso no quiere decir que la situación no preocupe. Pero las preocupaciones son otras. Como resume De Guindos, "el problema es que pese a la desaceleración, ni el déficit exterior, ni la inflación diferencial con la zona euro dejan de subir". Una lectura que le lleva a pensar que lo peor está por venir. "Y lo que no veo, descartada la construcción, es de dónde va a venir la tracción para que la economía se recupere", añade De Guindos, también ex secretario de Estado de Economía, pero con el PP. "La alternativa son las exportaciones, pero haría falta un fuerte ajuste para recuperar competitividad", concluye. -
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