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Reportaje:

Granini madura en España

La marca alemana lanza refrescos y se abre camino en Europa del Este

Lluís Pellicer

La multinacional alemana Eckes-Granini ya puede recoger sus frutos en España. Diez años después de su llegada a la península Ibérica, la filial de la firma en España, participada en un 49% por el grupo cervecero Damm, ya ha madurado. El año pasado consolidó su posición como marca premium o de segmento alto con una facturación de 54 millones y un beneficio neto de 5,6 millones de euros, un 7,5% más que en el ejercicio anterior. Con una cuota de cerca del 13% del mercado, la filial española aporta entre el 20% y el 25% de las ventas del grupo.

Ahora la marca quiere dar otro salto e irrumpir en el segmento de los refrescos y de las bebidas de zumo para combinados con alcohol. Para Granini, España debe ser una potente plataforma para el lanzamiento. El director general de Granini Ibérica, José Martí, explica que además de un consumo más alto que otros países de zumos de melocotón, naranja y piña, el país cuenta con zonas turísticas donde predomina el consumo de otro tipo de fruta.

La firma de zumos acusa el cambio climático y la subida de los alimentos

Sin embargo, la firma alemana quiere crecer en otros países. Ya está en 16 estados con distribución propia y en 60 de forma indirecta. El presidente de Eckes-Granini Internacional, Thomas Hinderer, apunta que la prioridad es entrar en Gran Bretaña -donde la barrera de entrada es la fortaleza de la empresa líder, Tropicana- y los países del Este. La firma ya tiene estructura en los países bálticos, Rumania y Hungría, pero espera penetrar pronto en los países balcánicos.

Granini debe hacer frente a dos obstáculos: el cambio climático y el encarecimiento de los alimentos. El consumo mundial de zumos creció sólo un 0,3% el año pasado. Según Martí, este estancamiento se debe sobre todo a un clima "que no ha favorecido" al sector. Más serio resulta para la empresa la escalada de los productos alimentarios. "La volatilidad de las materias primas golpea al sector. Una tonelada de naranjas costaba 800 dólares en 2005, mientras que el año pasado estaba ya en los 2.600 dólares", afirma Martí.

Para esquivar este aumento, la compañía diversifica el origen de los productos. Por ejemplo, compra naranjas de Valencia y Brasil, pero dependiendo de las épocas del año, la calidad de la fruta y el precio. "Sobre el precio también inciden condiciones climáticas como los monzones", agrega.

De momento, en 2007 la firma sorteó la crisis al lograr unos beneficios globales de 38,5 millones de euros, un 12,5% más que el año anterior. El smoothy, la nueva bebida de frutas; los refrescos, y las nuevas bebidas exóticas, con éxito en el Mediterráneo, son las apuestas para seguir creciendo. -

Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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