El ala dura amarga el primer día a Rajoy
Acebes reivindica a San Gil y la línea de oposición pasada - Aznar saluda con frialdad al candidato - Malestar por la acumulación de poder y cargos de Arenas
Un congreso con un solo candidato y con la dirección ya nombrada de antemano es algo muy parecido a un teatro. Y en el escenario se habla con palabras y gestos. El ala dura del PP, representada por José María Aznar, Ángel Acebes, Esperanza Aguirre y Jaime Mayor Oreja, utilizó ayer todos los medios a su alcance para lanzar un mensaje claro: el PP de siempre no se rinde, reivindica el pasado y va a estar vigilante con los pasos de Mariano Rajoy.
Primero fue Aznar, relegado por el líder a hablar hoy por la mañana, y no el domingo, en la jornada de cierre. Y ayer se vio por qué. Mientras el presidente entró cuando no había casi nadie y recibió tímidos aplausos, Aznar llegó como una estrella de cine: tarde, parando el congreso, recibiendo una ovación en pie. Venía sólo a escuchar a Acebes, y lo dejó claro. Por si fuera poco, saludó uno a uno a todos los dirigentes, besó a Aguirre, abrazó al todavía secretario general, vio la mano de Rajoy que llevaba unos segundos esperando y... la rozó con desgana y sin mirarle. Una frialdad inaudita entre un mentor y su heredero, nombrado a dedo en 2003. También Rodrigo Rato fue sólo para escuchar a Acebes.
El cénit llegó cuando Acebes citó emocionado a San Gil y Otaola
Si el jueves fue el día de Rajoy -triunfó con el nombramiento de María Dolores de Cospedal, logró que Aguirre admitiera que le votará, y calmó el congreso- ayer le tocaba al otro PP. Después de esa clamorosa frialdad de Aznar, captada por todas las cámaras, al líder le quedaba otro mal trago. Ángel Acebes, su número dos, que dimitió hace un mes harto de que el líder no le dijera que no pensaba contar con él para el futuro, en una apoteósica y emocionante despedida -acabó llorando su mujer, su hija, Esperanza Aguirre, unos cuantos compromisarios y a él le faltó poco- dedicó su epitafio a reivindicar su línea política y a exigir a los que le suceden que no dejen nunca ese camino.
Era su último día de gloria, y Acebes no se anduvo con contemplaciones. "Menos PP no es igual a más votos. Pocas cosas nos hacen más daño que desdibujarnos. Tenemos un voto que no se puede descuidar, que no nos vota a pesar de lo que somos. Al contrario, nos votan porque tenemos principios y los defendemos con coraje y con total claridad".
Acebes entró, con elegancia pero también mucha claridad, a todos los asuntos que han dominado el debate en las últimas semanas, sobre todo el de la necesidad de que el PP apueste por una imagen más moderna y centrista para recuperar votos y evitar que el rechazo en lugares como Cataluña movilice el voto de la izquierda. "Quiero un PP fuerte en el centro, pero no el centro que marca el PSOE y los nacionalistas. Lo centrista y lo moderno es defender la Constitución y luchar para que cada día haya más libertad. Un partido que renuncia a defender sus ideas deja de tener sentido y utilidad y muy pronto pasa a ser irrelevante". Y alertó sobre el poder los barones: "No quiero un PP que defienda una cosa en Madrid, otra en Cataluña y otra en Galicia, con una dirección nacional reducida a su papel de árbitro".
Todas sus frases eran recibidas con entusiasmo. Nunca se dirigió abiertamente a Rajoy, pero el mensaje de por dónde le gustaría a él que fuera el PP era muy evidente. La tensión se podía percibir en los rostros de los representantes del ala moderada del partido, muy descontenta con la oposición del PP de los últimos cuatro años y deseosa de un cambio de rumbo. Pero el cénit llegó cuando, emocionado, nombró a María San Gil y a Regina Otaola, dos dirigentes que han acusado a Rajoy de no defender los principios del PP. Acebes las comparó con los soldados que defendían Londres en la II Guerra Mundial, y citó a Churchill: "Nunca tantos le hemos debido tanto a tan pocos". "La imagen de Regina Otaola izando la bandera de España en el Ayuntamiento de Lizartza es uno de los momentos más dignos y conmovedores de la historia del PP", insistió.
San Gil no está en el congreso, y la ovación que recibió su nombre era una puñalada indirecta para Rajoy. Cuando Acebes citó a la todavía presidenta del PP vasco la mayoría aplaudió, pero un grupo se puso en pie como un resorte. Eran los compromisarios de Madrid, todos juntos a la derecha del escenario. Su máxima responsable, Esperanza Aguirre, había dicho a la entrada que echaría de menos a San Gil en este congreso. Mucho más lejos fue Jaime Mayor, otro representante del ala dura: "Hoy sólo tengo un nombre propio, el de María San Gil, a quien quiero expresarle mi admiración por su generosidad y por todo lo que ha sufrido estos días".
El discurso de Acebes era sobre todo emotivo, pero también de fondo. Reivindicó la forma de hacer oposición, las manifestaciones contra la política antiterrorista del Gobierno, las de defensa de la familia. Ese tipo de discurso, recordó, es el que les llevó a ganar las municipales de 2007. Y ese tipo de votante al que le gusta ese discurso, recordó, hay que cuidarlo, porque no está escrito que vote siempre al PP.
Y aunque tuvo buenas palabras para su sucesora, María Dolores de Cospedal, lanzó un mensaje al nuevo PP, en el que Javier Arenas se ha convertido en el barón más poderoso: "Debemos desterrar las camarillas, bandas e intrigas. A nosotros no nos ha unido nunca un barón, ni una corriente, ni una generación. Tenemos que preservar el espíritu de equipo. Quiero un partido basado en el mérito. En el PP nunca ha sobrado nadie, sólo faltan nuestros compañeros asesinados por ETA", señaló en una clara referencia a la frase de Rajoy contra Aguirre: "Si alguien se quiere ir al Partido Liberal, que se vaya".
Estos últimos coletazos del ala dura del PP llegaron el día en que los dirigentes comenzaban a analizar los nombramientos de Rajoy, que encumbran a Arenas como hombre fuerte. En privado era evidente el malestar por la acumulación de cargos de Cospedal -que se queda como presidenta de Castilla-La Mancha- y Arenas -jefe del PP andaluz y a la vez vicesecretario territorial-. Álvarez Cascos fue el único que lo criticó en público: "Esa quiebra de la esencia del modelo de incompatibilidades se extenderá por el partido como una mancha de aceite". Incluso criticó a De Cospedal, y explicó que él hubiera preferido de secretario general a uno de los presidentes autonómicos que tiene el PP, "porque para opciones ganadoras, los mejores son los ganadores acreditados".
LAS FRASES DE LA JORNADA
- Mariano Rajoy: "El objetivo es que salga un partido más abierto que nunca al conjunto de la sociedad, de centro y ligado única y exclusivamente a los intereses generales".
- María Dolores de Cospedal: "Es muy complicado que se pueda pactar [con los nacionalistas] cuando se trata de asuntos como el referéndum de Ibarretxe o la soberanía de Cataluña de Artur Mas".
- Esteban González Pons: "Era evidente que si Esperanza Aguirre obtenía satisfacción a sus demandas iba a apoyar a Rajoy. El PP celebra ahora un final de ciclo".
- Gabriel Elorriaga: "He tenido la suerte de trabajar con todos ellos. Son gente [la nueva dirección] competente, que acumula mucha experiencia y un equipo de mucha garantía. Queda por ver todo el equipo, no sólo el de la dirección nacional de Génova".
- Francisco Camps: "Terminamos exactamente igual que estábamos. No veo la trascendencia de lo ocurrido hasta ahora".
- Esperanza Aguirre: "Sigo sin resignarme a que se nos considere anticatalanes o a que algunos no se sientan cómodos en el partido".
- Jaime Mayor Oreja: "El congreso tiene un nombre propio: María San Gil".
- Rita Barberá: "No hemos venido a ganarnos unos a otros, sino a ganar al socialismo".
- Ángel Acebes: "Un partido que renuncia a defender sus ideas deja de tener utilidad".
- Pío García Escudero: "Ya es hora de que se hable de las propuestas y mensajes".
- Francisco Granados: "El congreso debe servir para recuperar la unidad perdida".
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