Gonzo
El proyecto podía parecerse a un CQC de media siesta y regüeldo, para una audiencia con la lucidez semiapagada. En la práctica, El método Gonzo, estrenado ayer en Antena 3, es otro magacín levemente camuflado bajo el disfraz de la "vocación de servicio". Para "ciudadanos con derecho al pataleo", se dijo en la presentación. Poco pataleo se vio. Se abordó superficialmente una de las medidas más trascendentales (y, en mi opinión, lamentables) que proyecta el Gobierno, la de ofrecer a los inmigrantes, "los otros", esos que no son "nosotros", la repatriación voluntaria a cambio de algún dinerillo, y se dio cancha a una marioneta canina bastante casposa. Todo se fio a la simpatía del presentador, Fernando González. Veremos lo que dura El método Gonzo: la mortandad en el sector está siendo altísima.
Gran novedad: una reportera de siete años. Eso resulta preocupante: queda demostrado que hasta una criatura es capaz de ponerle a alguien el micro ante los morros. La niña, Tania, demostró desparpajo y se trabucó bastante menos de lo que es habitual. Pero no me gustó esa trampa. ¿Qué iba a hacer Federico Jiménez Losantos ante esa criaturita encantadora? Pues detenerse un momento y poner la sonrisa boba, lo que habría hecho cualquiera. Si ése es el objetivo del programa, acabamos de descender un peldaño más: de la mujer florero, a la niña florero.
Esto lo digo desde un punto de vista teórico. Puestos en lo práctico, mucho más alarmante fue lo otro. Una reportera mayor de edad (sin ánimo de ofender) preguntó a varios estudiantes de periodismo su opinión sobre Losantos, y sobre si habría que inhabilitarle profesionalmente tras la condena por injurias a Gallardón. Hubo quien dijo que sí, que había que prohibir su programa: parece que la libertad de expresión goza de predicamento entre los futuros profesionales. Y hubo quien dijo desconocer qué pasaba con el tal Losantos. Eso es pasión por la actualidad. Visto lo visto, me quedo con Tania.
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