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Reportaje:

Los pedagogos del bebé de Chacón

Dos gallegos se harán cargo de la futura escuela infantil del Ministerio de Defensa

Sus únicos galones son "las manchas de galleta". Sus condecoraciones, "los mocos" que se le pegan a la camisa por esa costumbre suya de coger a los niños en brazos cuando llega a trabajar. La mili le fastidió bastante, porque supuso un tajo en su carrera y lo descolgó de la promoción. Pero la mili, al cabo del tiempo, ha resultado útil. Le enseñó a no meter la pata ahora que trata con mandos del Ejército. A distinguir entre coronel y general. Y cuando se reenganchó a los estudios, el retraso le valió para conocer a Ana Naya que, además de ser su esposa, ahora es su socia en el negocio de las guarderías.

"¿Guarderías? ¡Ni hablar! ¿Es que acaso cuidamos perros o flores? Nosotros somos pedagogos y las nuestras no son guarderías: son escuelas infantiles".

Sus alumnos son tataranietos de los militares retratados en los cuadros

Juan Álvarez, vigués de 42 años, y Ana Naya, coruñesa de 39, fundaron la escuela Cativos en Santiago en el año 93. Habían estudiado pedagogía, y la LOGSE (1990) no permitía que los pedagogos trabajaran con niños de entre 0 y 3 años. Juan presentó entonces muchas quejas en la Consellería de Familia, y parece que surtieron efecto, porque Galicia fue una de las primeras comunidades que modificó este punto de la ley. Fundaron Ana Naya García, SL. Después de Cativos vino Cativos 2, que ya no existe, y luego se presentaron al concurso de la escuela infantil A Ulloa, la municipal de Sigüeiro. Con sus 7.000 metros cuadrados de jardín, montaron una huerta ecológica y "el primer año los niños cosecharon 150 calabacines". Hoy no sorprende demasiado, pero entonces, enseñar a los bebés técnicas de cultivo e inglés, como hacían ellos, "era suficiente para que la inquisición" les condenase "a la hoguera".

Ahora, dice Juan, se sabe que entre el 75% y el 80% de la personalidad se determina antes de los tres años. Que los hábitos, los sentimientos, muchos valores y buena parte de los conocimientos se graban entonces, y que cuantos más idiomas escuchen los niños, mejor, porque "ya ellos ordenarán cada registro en su lugar del cerebro". Este plurilingüísmo es uno de los argumentos que Juan blande contra las galescolas. "Son mucho peores de lo que se cuenta, y nunca me ofrecería para gestionarlas".

Después Naya y Álvarez ganaron el concurso de la escuela de Boqueixón, y ya en 2002, dieron el salto a la Armada con la del Arsenal de Ferrol, donde todos los niños son hijos de militares y trabajadores de Defensa. Ahora, la empresa atiende a más de mil niños en 22 centros (14 en Galicia, includos los de varios hospitales; 6 en Madrid y 2 en Murcia), y antes de que empiece el curso "seguramente" gestionará alguno más. Sus escuelas tienen muebles diseñados por Juan. Allí, hasta las bisagras (para no pillarse los dedos) están patentadas.

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En 2005, los gallegos se hicieron con la guardería del Parque Central de Abastecimiento de Material de Intendencia, donde se confeccionan y bordan los uniformes; donde se prueban las botas, las mochilas, los cascos y las provisiones de los soldados en misión. Y en 2007, lograron el contrato de la escuela infantil de la Complutense. "Eso fue nuestro doctorado", recuerda Juan, "porque eran los propios catedráticos los que nos elegían para educar a sus hijos".

¿Y hay diferencia entre el hijo de un comandante y el de un profesor universitario? "Si soy sincero, sí", confiesa Juan. "Los niños son el reflejo de lo que ven en su casa". Hoy atiende tantos centros de las Fuerzas Armadas que ya no se sorprende por eso de las "sagas militares". En sus guarderías están los tataranietos de esos señores que aparecen retratados con uniforme y bigote en los cuadros que decoran los salones nobles de edificios militares. "Los Torrente, los González-Cela, los Moreno Calvar, los Carrero-Blanco". Y esto pese a que, según él, no hay enchufe. "El baremo que más cuenta, para entrar en estas escuelas, es la renta baja".

La última adjudicación lograda fue la del Centro Geográfico del Ejército, y la penúltima, hace dos semanas, la del propio Ministerio de Defensa, en La Castellana. En septiembre se inaugurará el centro, coincidiendo con el fin de la baja maternal que comparten la ministra Carme Chacón y su marido. Ella podría optar por llevar a Miquel a la guardería del Congreso o por dejarlo en la nueva escuela de los gallegos en el ministerio. Pero Chacón tiene su domicilio madrileño en Defensa. Y Ana y Juan se preparan para ser los pedagogos del primer bebé nacido de un ministerial embarazo. "Uno más" entre mil niños.

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