Acaparadores
Sueño cada noche con que en este país los ciudadanos empiecen a acaparar libros ante las crisis, que uno vaya a la librería de turno y pregunte por, digamos, La Ilíada y le diga el dependiente que esa mañana hubo un señor de Cuenca que se había llevado siete ejemplares, los últimos, oiga. Pero no, en esta crisis de juguete (la verdadera está por venir cuando estalle Irán o Israel) los ciudadanos nos dedicamos a acaparar agua y papel higiénico a mansalva; sin duda la crisis nos nubla el raciocinio: una sale por el grifo a precio irrisorio y otro sale gratis y sin mucha dificultad de la prensa.
Este país es extraño: creía en la multiplicación de los panes y los euros, en que los duros a cuatro pesetas eran reales vía Euríbor, en las puntocom, en el "lo compré por 10 y lo vendo por 20 en un año", en la segunda vivienda digna en la playa como derecho constitucional inalienable. Y, de repente, la realidad.
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