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Análisis:OPINIÓN
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Círculo concéntrico

Joaquín Estefanía

La crisis financiera que comenzó el pasado agosto no se ha ido del paisaje. Todas las semanas hay algún suceso que nos la recuerda. Lo que comenzó como dificultades en un sector muy definido del sistema hipotecario americano (las subprime) ha penetrado con una velocidad sorprendente en el corazón del sistema financiero (el mercado hipotecario), forzando a los bancos centrales a intervenir de forma masiva y concertada. Y de ahí, mezclado con otras etiologías (precio del petróleo y materias primas alimentarias, estallido de la burbuja inmobiliaria), a la economía real.

El suceso de la última semana se llama Lehman Brothers (LB), y se trata del cuarto gran banco de inversión de EE UU. Sus responsables tuvieron que adelantar la publicación de los resultados del segundo trimestre para acabar con las especulaciones que le auguraban un final como el de otra de las entidades hundidas por la crisis, Bearn Stearn, adquirida por JP Morgan para no desaparecer. Aun así, los datos presentados son peores que cualquiera de las previsiones que se habían hecho: LB tuvo pérdidas por primera vez en su historia, 2.800 millones de dólares en ese periodo; además hubo de vender activos por valor de 130.000 millones de dólares, y abre una ampliación de capital de 6.000 millones para hacer frente a esa situación.

Las pérdidas por la crisis de las hipotecas locas ascienden ya a 386.000 millones de dólares, y siguen

Las cifras de LB coinciden con la última evaluación (por ahora) de las pérdidas motivadas por la crisis de las hipotecas locas: según el Instituto de Finanzas Internacionales, éstas ascienden ya a 386.700 millones de dólares, que se unen a unas inyecciones de capital de 276.400 millones. Sorprendentemente, las entidades financieras más afectadas han sido las europeas (un 51,6% del total) y no las americanas, epicentro del fenómeno.

En este contexto es preciso recomendar el artículo publicado por Jaime Caruana, anterior gobernador del Banco de España y hoy alto funcionario del FMI, en la Revista de Estabilidad Financiera del Banco de España (Regulación e innovación en la reciente crisis financiera). Caruana, que no es precisamente un socialdemócrata peligroso, resalta la incapacidad de los mercados para valorar adecuadamente los riesgos que se estaban acumulando, "o para resolver por sí mismos los problemas creados cuando éstos se han materializado". Por ello se han tenido que intervenir, de uno u otro modo, con la participación del sector público, varias instituciones financieras en Alemania, Reino Unido y Estados Unidos; es decir, en el centro del capitalismo. Frente a quienes "demandan una acción agresiva del sector público, tanto en lo relativo a sus políticas monetarias y fiscales como en el uso del dinero público para resolver la crisis", el ex gobernador toma distancia para evitar el otro riesgo latente: que el resultado final implique una sobrerregulación ineficiente.

Mientras tanto, ¿en qué bolsillo se ha quedado la teoría del riesgo moral, tan aplaudida antaño por quienes hoy rezan por la intervención?

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