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El futuro de Europa

La abstención da esperanzas al 'no' en Irlanda

El frenazo económico marca la jornada electoral para ratificar el Tratado de Lisboa

Andrea Rizzi

El pueblo irlandés asumió ayer, por un día, el esperado y temido papel de árbitro del futuro de la Unión Europea cuando los colegios electorales abrieron sus puertas a los tres millones de irlandeses convocados para ratificar o rechazar el Tratado de Lisboa. Con el y el no prácticamente empatados en los últimos sondeos y a falta de datos oficiales -serán publicados hoy-, el oráculo sobre el que convergieron los ojos de toda Europa fue la tasa de participación, que se calculaba baja a cuatro horas del cierre de las urnas.

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La participación rozaba el 40% a una hora del cierre, previsto a las diez de la noche (una hora más en la España peninsular). Durante la tarde, el bajo dato de participación hizo temblar los pulsos en el bando del sí, aunque se esperaba un repunte en las últimas horas, ya que ayer fue laborable en Irlanda y muchos esperaron a salir del trabajo para ir a votar.

El historial de otros referendos europeos ilustra que el no tiene posibilidades de ganar cuando la abstención es alta. El fundamento de esa proyección reside en que el no ha oscilado en los cuatro referendos de los últimos 15 años siempre alrededor del medio millón de votos. Nunca fue suficiente para otorgarle la victoria, salvo en una ocasión, en 2001, cuando la participación sólo alcanzó el 35% y 528.000 votos bastaron para tumbar al Tratado de Niza. Las victorias del se plasmaron con una participación de alrededor del 50%. Los datos provisionales de ayer mantenían, por tanto, el suspense en el Viejo Continente. Irlanda es el único país en el que está prevista una ratificación por referéndum del tratado y las consecuencias de un rechazo aparecen imprevisibles a escala europea.

Un recorrido matutino sirvió para comprobar que la afluencia a los colegios electorales del centro de Dublín no era boyante, al menos a esas horas. Apenas se veían jóvenes en un país con la edad media más baja de la UE. Y, aunque el dato carezca de todo valor estadístico, entre las dos docenas de votantes consultados, el no predominaba. Dublín es considerado un feudo europeísta.

Las respuestas de estos votantes indicaban que el escenario político y económico interno ha desempeñado un papel significativo en la campaña, pese a que el objeto directo de la consulta no tenga nada que ver con ello. El marcado frenazo de la economía irlandesa fluctúa en el debate público y puede haber hecho que los electores sean más permeables a ciertas alarmas sobre los contenidos económicos del Tratado.

Casualmente, el último día de campaña se anunciaron los peores datos de empleo desde 1999: una tasa de paro del 5,7%, un punto más que hace siete meses, debido fundamentalmente a la caída del mercado inmobiliario y a la debilidad de la economía estadounidense, cuyas empresas son grandes inversoras en Irlanda.

El crecimiento del PIB previsto para este año es inferior al 3%, tras haber crecido a un ritmo anual de más del 5% en esta década y más del 7% en los noventa. La recaudación fiscal en lo que va de año ha sido un 6% inferior a lo previsto, y todo apunta a que el ejercicio presupuestario se cerrará con un déficit marcado.

El enfriamiento del sistema económico crea preocupación en la ciudadanía y fragiliza la posición del Gobierno, principal valedor del sí, cuya credibilidad ha sufrido un duro golpe con la reciente y forzada salida del Gabinete de Bertie Ahern, primer ministro durante más de una década. Ahern es investigado por corrupción. Así, a las críticas inherentes al Tratado de Lisboa pueden haberse sumado malestar y desconfianza hacia el Gobierno.

El frente del no ha inyectado en la campaña suero antigubernamental, siempre de manera indirecta y sutil. El Sinn Fein aseguraba a los electores que "los Gobiernos irlandeses pueden obtener más en Bruselas", deslizando en el debate la idea de una mala negociación por parte del Gobierno.

El principal partido de la oposición, Fine Gael, ha hecho campaña para el junto al actual primer ministro, Brian Cowen. Sin embargo, se ha extendido la convicción de que una derrota del sería un fracaso para Cowen, que abriría un escenario nuevo e incierto para el partido dominante, Fianna Fáil. De hecho, las encuestas indicaban que la mitad de los electores de Fine Gael se inclinaban a votar no en la consulta.

Una de las integrantes de una mesa electoral espera la llegada de votantes en un colegio en Dublín.
Una de las integrantes de una mesa electoral espera la llegada de votantes en un colegio en Dublín.

Si los irlandeses votan 'no'

- Se paraliza todo el proceso de ratificación del Tratado de Lisboa, que ya ha sido validado por 18 Estados miembros.

- La primera posibilidad es que Irlanda repita la votación tras añadir al tratado alguna garantía que satisfaga a los irlandeses.

- La segunda opción es continuar con el vigente Tratado de Niza y esperar un mejor momento para replantear las cosas.

- La tercera salida es renegociar el Tratado de Lisboa.

- Una cuarta vía es la retirada de Irlanda de la UE y renegociar un tratado especial con este país, como hizo Dinamarca en 1992.

Si los irlandeses votan 'sí'

- Sigue el proceso de ratificación. Quedan pendientes ocho países: Bélgica, Italia, Reino Unido, Holanda, República Checa, Chipre, España y Suecia, todos por vía parlamentaria.

- Si la ratificación se completa este año, el Tratado de Lisboa entraría en vigor en enero de 2009.

- El 1 de enero se estrenará la nueva figura del presidente del Consejo Europeo y la del Alto Representante de la Política Exterior y Seguridad Común, que también será vicepresidente.

- El Tratado de Lisboa refuerza las competencias del Parlamento Europeo, cuyas elecciones se celebrarán en junio de 2009.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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