"Me atrae la dignidad en la derrota"
En 1981, José Ignacio Lapido fundó junto a otros tres jóvenes una banda llamada 091 que escribió con letras de oro su nombre en la historia del rock andaluz. Quince años después, tras la disolución del grupo, Lapido decidió iniciar una carrera en solitario en la que su música ha encontrado la madurez, siempre con un enorme cuidado formal y dando una importancia decisiva a las letras. De hecho, el músico llegó a anunciar la publicación de un libro de poemas que de momento no saldrá a la luz. Lo que sí que ha visto la luz ha sido su último trabajo, Cartografía. Se trata de la quinta entrega en solitario de Lapido y ha sido editado por Pentagonia, la discográfica que el granadino creó para dar salida a su anterior disco, En otro tiempo, en otro lugar.
"Hace falta ponerse todos los días con la guitarra para dar con canciones"
Pregunta. ¿En qué consiste Cartografía?
Respuesta. Es una colección de 12 nuevas canciones, que ya es mucho. Esas canciones pueden funcionar como pequeños mapas sonoros que contienen determinadas coordenadas personales: sueños, vivencias, fobias, recuerdos... Todo eso con acompañamiento eléctrico.
P. ¿Qué importancia da a las letras en sus composiciones?
R. Mucha, pero siempre que vayan acompañadas de la música adecuada. Las letras en el rock son inseparables del acompañamiento melódico y rítmico. No están escritas para ser leídas sino para ser escuchadas. En cualquier caso, es importante saber qué vas a decir y cómo decirlo. La forma y el fondo, el viejo problema.
P. ¿Y para cuándo su libro de poemas?
R. Lo del libro es algo que no debí anunciar. Lo tenía casi acabado, pero lo fui dejando y al pasar el tiempo dejé, en cierta manera, de verme reflejado en esos poemas. Empezaron los retoques, las reescrituras y al final abandoné el proyecto. Tal vez en un futuro...
P. En sus letras aparecen constantemente los perdedores. ¿Por qué le atraen?
R. Me atrae la dignidad en la derrota, que es distinto. Alguien que se deja ganar sin luchar es poco atractivo para escribir sobre él.
P. Se le ve como un autor de culto. ¿Le molesta la etiqueta?
R. Mientras no vengan a las puertas de mi casa a ponerme velas y a rezarme avemarías, no me molesta. Por lo demás, es una etiqueta un tanto engañosa con la que se intenta revestir de un halo de misterio a los artistas minoritarios como yo. No es para tanto. No tengo vocación de mártir del rock'n'roll. Sólo soy alguien que hace lo que le gusta.
P. ¿Y es Granada el lugar adecuado?
R. Parece que sí, por lo menos la historia nos dice que de aquí han salido muchos artistas y bandas que le han dado lustre al rock de este país. ¿La razón? Es una pregunta que me hacen recurrentemente. Imagino que los bares y el paro juvenil tienen mucho que ver en ello. Las bandas de rock nacen en los garitos y las forman jóvenes desocupados o aburridos de lo que ven alrededor.
P. ¿Cuáles son sus mejores recuerdos de aquellos años ochenta en los que fundó una banda?
R. Se me ha olvidado casi todo. Una pena. Como dice la canción: Éramos tan jóvenes... de lo que más me acuerdo es de una vieja chaqueta de cuero que tenía yo en esa época y de unas botas de tacón cubano con las que me sentía el rey del mundo. Pero no soy de los que cultivan la nostalgia. Aquello estuvo bien mientras duró. No es necesario recrearse en el pasado.
P. ¿Se ha planteado la vuelta de 091?
R. No entra dentro de mis planes. No tiene sentido volver a abrir esa página. Lo dejamos en un buen momento creativo y es mejor no arruinar la leyenda, si es que alguna vez la hubo.
P. ¿De dónde nacen sus canciones?
R. Las canciones están por ahí rondando en algún lugar indeterminado de mi cerebro. Hace falta ponerse todos los días con la guitarra para dar con ellas. Creo que una de las misiones del arte, aparte de crear belleza, es subjetivar la realidad. A partir de experiencias reales, adentrarse en los caminos de lo imaginado. Por ahí puede andar la clave de muchas de mis canciones.
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