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Reportaje:

Fotografías entre maletas y prisas

Dos exposiciones en el aeropuerto de Barajas reciben 28.000 visitas al día

Un joven rastafari corre con su macuto por la cinta transportadora que une el metro con la terminal 2 del aeropuerto de Barajas. De repente, se para en seco, contempla una serie de fotografías expuestas y vuelve a la carrera. No le da tiempo a contestar qué opina de las imágenes. Sólo sonríe, señala el aeropuerto con urgencia y sigue corriendo. Los viajeros que llegan a Madrid, en cambio, tienen menos prisa y pueden observar (hasta el 15 de julio) Doble espacio y Walkin' Holga, dos exposiciones organizadas por la Fundación AENA que, pese a no estar incluidas en el circuito PhotoEspaña, sirven de introducción al festival fotográfico. AENA calcula que cada día reciben unas 28.000 visitas.

Doble espacio consiste en el combate visual entre dos fotógrafos, Raúl Urbina -profesional de este periódico- y Javier Berguizas, que demuestran la similitud entre la arquitectura del aeropuerto y el resto de la ciudad. El proyecto surgió casi por casualidad, cuando descubrieron que las líneas de sus trabajos fotográficos parecían extenderse de una instantánea a otra como dos partes de la misma historia. "Lo que buscábamos es el juego de volúmenes y geometrías, los cambios de luz que llevan de un lugar a otro, como la puerta de unos almacenes del aeropuerto y la de un geriátrico: muy similares, aunque no tienen nada en común", explica Urbina.

Pocos metros más allá se encuentra Walkin' Holga, de Alba Escayo y Carlos Albalá, compuesta por 30 imágenes en formato cuadrado y paisajes de surrealismo visual. Una madre y su hija con maleta se detienen a contemplar las imágenes. "Bueno, a lo mejor no soy muy objetiva para comentar este trabajo... es que soy la fotógrafa", se justifica Escayo con una sonrisa apurada, justo antes de volar a Roma.

La novedad de esta exposición reside en el uso de la máquina Holga, reliquia de los años ochenta inventada en Hong Kong con materiales de plástico y defectos de fábrica. "Trabajar con una holga tiene algo de romántico porque requiere adaptarse a ella, encintarla para corregir los problemas de luz, controlar las imperfecciones...", comenta la artista entre escenas marítimas, paisajes urbanos y horizontes que sufren la saturación del color, viñeteados en los bordes o cambios en los tonos que rozan el daltonismo. El proyecto, que tiene como objetivo "dignificar" el uso de la holga, continúa en la web http://walkinholga.com como propuesta artística de las cámaras de juguete.

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