La vida de un país, en 75 veranos
La Menéndez Pelayo celebra su aniversario como decana de los cursos, que han visto pasar toda la política y cultura españolas - Los campus suman hoy una oferta inacabable de programas estivales
El verano de 1980 viene revuelto a Santander: el líder del PCE Santiago Carrillo será uno de los conferenciantes invitados por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). En el Ayuntamiento andan nerviosos, y los sectores más conservadores de la ciudad han convocado manifestaciones contra el rector, Raúl Morodo. Durante años, toda la actividad política, económica y cultural española ha pasado por los cursos de verano y, sobre todo, por su decana, la UIMP en Santander. Hoy, en un momento en el que toda esa actividad se ha diluido al generalizarse la fórmula de los cursos veraniegos (este año habrá más de 2.000 ofrecidos por más de 70 universidades y otras instituciones), la Menéndez Pelayo intenta reclamar el hueco de primera universidad de verano.
Este año, en su 75º aniversario, vuelve a recordar a los que iniciaron la aventura allá por 1933, como Universidad Internacional de Verano, inspirada en la Institución Libre de Enseñanza, con Menéndez Pidal de rector y Pedro Salinas de secretario general. Después llegaría la Guerra Civil, la dictadura franquista, y casi tres décadas de democracia hasta llegar a 2008.
La primera pata de la celebración es un libro con testimonios de alumnos ilustres. Como Julián Marías: "(...) Nunca había existido nada parecido; las diferentes versiones que después de la guerra ha tenido no han tenido gran semejanza con la tan fugaz de 1933 a 1936. Es la Universidad de Santander -escribí yo entonces, recién vuelto de ella- un poro luminoso por donde España asoma al mundo". El experimento nació en la República con la función primordial de "dedicarse a la enseñanza de la cultura internacional e interregional" y con el fin de "atraer a los estudiantes extranjeros interesados por las cuestiones españolas", escribe el cronista de Santander Benito Madariaga. De los españoles, se seleccionaban los dos mejores expedientes de cada facultad, y sólo había dos universidades. Se eligió la ciudad cántabra "por el clima", y porque "la concesión del Palacio de la Magdalena como sede era el mejor marco para un lanzamiento internacional", añade.
El plantel fue, desde el principio, de campanillas: Ortega y Gasset, Federico García Lorca, Miguel de Unamuno, Fernando de los Ríos, Rafael Alberti, Carmen Laforet, Francisco Ayala. Hispanistas, científicos, premios Nobel. "Estaba dedicada a la búsqueda de la verdad, que prescinde de títulos y programas cerrados, algo parecido a lo que decimos que es el espíritu de Bolonia", interviene Salvador Ordóñez, actual rector de la UIMP. Esta filosofía, según afirma, se mantiene junto a la fórmula de los seminarios y los encuentros, el énfasis en el español como lengua extranjera, la voluntad de traer a lo más representativo y preeminente de la escena española y mundial. "También becamos a los mejores expedientes".
El ex rector Morodo rememora cómo, tras la dictadura, logró convertir a la UIMP en organismo autónomo, extender las sedes fuera de Santander, programar más cursos (54, y más de 1.000 conferenciantes en 1982, cuando dejó el cargo). Había mucho movimiento cultural y político en la España de la transición, y el rector utilizó el tirón mediático de quienes pasaban por allí, sobre todo de los políticos. "Nos apoyó EL PAÍS y la radio; en verano había pocas noticias". Y no en muchos sitios se encontraban personajes tan antagónicos como Manuel Fraga y Santiago Carrillo. En aquel homenaje de 1980 a los fundadores, Jimena Menéndez-Pidal, Solita Salinas o Jorge Guillén recibieron la medalla de la institución de manos del rey Juan Carlos. En fechas señaladas parece preceptivo mirar hacia atrás y conectar con los orígenes. Quizás por eso, en 2008 se celebra un encuentro internacional de primer nivel sobre químicas, parecido al que el científico Enrique Moles organizó en 1933.
Con el tiempo, otras universidades iniciaron programas estivales. La del País Vasco en 1981, Cantabria en 1985, la Complutense de Madrid en 1988 (la de Cádiz existe desde 1950). Ahora casi todas tienen la suya. "La competencia es lo más sano que puede ocurrir, hace a un país más potente intelectualmente", sentencia Ordóñez. Y competencia es precisamente lo que hay, tanta, que quizá el problema sea no perderse entre tanta oferta. Desde el medio ambiente (la UIMP hablará de cambio climático), a la educación, legislación, economía, cultura, o el tema que se le ocurra, no quedará detalle por analizar en algún rincón de España. Así, lo más lógico parece acudir a las webs de cada universidad para buscar lo que se acerque a lo que interese.
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