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'CASO COSLADA'. HABLAN LOS EMPRESARIOS

"Lo hemos pasado muy mal y aún seguimos teniendo miedo"

Los extorsionados temen represalias de Ginés Jiménez

F. Javier Barroso

"Ginés Jiménez nos ha humillado mucho. Los que no pasábamos por el aro teníamos que sufrir todo tipo de insultos, vejaciones y gritos. Lo hemos pasado muy mal y aún seguimos teniendo miedo". Así se expresaba el pasado viernes un empresario que ha sufrido al ex jefe de la Policía Local de Coslada (83.200 habitantes). No quiere dar su identidad por temor a represalias. El nombre del local que regenta desde hace años en el centro de la localidad aparece de forma reiterada en las conversaciones que fueron grabadas al responsable policial durante las investigaciones.

"No paró de chillar, de dar gritos y de intimidarme", afirma un afectado
"Mandaba una patrulla justo antes del cierre", se queja el dueño de un local
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Los agentes de la Brigada de Policía Judicial de Madrid tuvieron pinchados los dos teléfonos móviles de Ginés Jiménez cerca de dos meses. Eso les ha permitido captar numerosas llamadas en las que ordenaba a sus agentes a qué locales tenían que ir y en cuáles debían estar más tiempo para incordiar a sus dueños.

Así, aparece un listado de una veintena de bares que fueron acosados entre el 18 de marzo y el 7 de abril.

"Si tenemos que montarle un guardia fijo allí, yo estoy dispuesto a montarle guardia fija allí [sic] para que le queden las cosas muy claras". Esta frase se la dice Ginés Jiménez a un agente suyo, de nombre Eustaquio, en referencia a un bar que estaba a punto de abrir cerca del domicilio del policía. Jiménez no duda en referir la amenaza por teléfono a su subordinado.

Este tipo de comportamiento ocasionó que durante muchos años los empresarios tuvieran que aceptar las extorsiones, aunque los dueños de bares y comercios con los que ha hablado EL PAÍS siempre han negado que hayan pagado a Jiménez. La policía tampoco les ha exigido que confesaran ese extremo. Y es que en caso de que lo dijeran podrían incurrir en un delito de cohecho. "Es un chulo. A mí me vino a ver al poco de abrir y me dijo que así no se hacían las cosas, que tenía que ir a su despacho y pasar antes por él", explica el empresario. Y así lo hizo. Eso sí, Ginés Jiménez le obligó a esperar más de cuatro horas en la sede de la Policía Local antes de recibirlo. "No paró de chillar, de dar gritos y de intimidarme. Estuvo vejándome todo el tiempo porque había abierto sin que él hubiera cobrado. Me dijo que tenía que ser su amigo y hacer las cosas como él decía", añade el comerciante.

Las conversaciones de control a los empresarios son continuas. En una grabación del 20 de abril, a las 16.38, Jiménez recibe la llamada de un funcionario. Éste le dice que terminaron la inspección, pero que no levantaron acta, porque ya tenían otra hecha por el Ayuntamiento. El ex jefe de la Policía se muestra enfadado y les asegura que eso era lo de menos.Ginés ordena que vuelva la patrulla y que le digan al dueño que al día siguiente por la mañana se presente en su despacho.

El jefe de la Policía Local llamaba a cualquier hora a sus agentes para que hicieran lo que él les ordenaba. Es el caso del pasado 4 de abril, cuando llama Felipe, uno de los responsables de El Bloque. Le manda que vayan al restaurante Gambrinus y que esperen a que salga el conductor de un Mercedes para que "le enchufen el aparato" -hacerle la prueba de alcoholemia-. Y lo hace en estos términos: "Sí, sí, hay que darle una lección, porque es un fantasma. Yo conozco, yo sé, yo... Yo me canso de esta gentuza que luego te pone en evidencia... y que aprenda, que aprenda un poquito".

Los empresarios han tenido miedo de Ginés Jiménez durante todos estos años. Otro dueño de un local que sale de forma constante en las escuchas telefónicas asegura que iba a su restaurante, hace más de cinco años, una vez por semana. "Casi siempre venía con otras dos o tres personas. Se sentaba y pedía lo mejor. Para beber elegía una botella de Moët & Chandon rosado. Y no sólo se tomaba una, sino las que hiciera falta", aseguró el pasado viernes este comerciante. Cada botella cuesta, según la carta, 70 euros. Siempre hacía lo mismo para evitar pagar. "Cuando se acercaba el camarero o yo mismo, me decía que se lo apuntáramos en la cuenta. Y por supuesto, no tenía cuenta y nunca pagaba nada de lo que consumía", añade el empresario.

"Es el peaje que teníamos que pagar para que la calle estuviera con coches en segunda fila. Si hubiera mandado dos coches a la hora de comer, nos habría arruinado. Con eso y con la grúa, se viene abajo el negocio", reconoce este restaurador. A veces también iba solo al local. Se dirigía directamente a la barra y pedía un bocadillo y una cerveza. "Decía que tenía prisa y que ya vendría otro día con más tiempo. Eso, por supuesto, tampoco lo pagaba", concluye el comerciante.

La policía grabó el 17 de abril una conversación de Ginés Jiménez con un agente local. Le exige que tenga sin falta esa misma tarde un coche patrulla en el centro comercial Uruguay. Envía a los agentes Carrascosa y Gutiérrez. El comerciante tiene previsto abrir al día siguiente y quiere localizar al titular del local, llamado La Espera, "para revisarle la documentación antes de abrir".

Un tercer empresario asegura que el ex jefe de la Policía Local les dejaba trabajar mientras que el negocio no tenía mucha clientela. Después, se interesaba por ellos y les acosaba. "Si veía que nos iba bien, nos hacía varias inspecciones a lo largo del mes. Nos miraban sobre todo la documentación. Y era capaz de mandarte una patrulla justo cinco minutos antes de que tuviéramos que cerrar", destaca el comerciante.

El Bloque también era peligroso, según los afectados. "Venían muchas noches, fuera de servicio, y no pagaban ninguna consumición. Hasta que una camarera les exigió 40 euros. Tiraron de placa, pero la camarera les dijo que eso no les valía para pagar. Como no llevaban dinero, tuvieron que ir al cajero. A partir de entonces, vinieron menos cuando no estaban de servicio", añade el comerciante. Desde ese momento, empezó a llegar gente a su local con ganas de montar bronca a todas horas, confiesa el afectado. Éste, al igual que otros denunciantes de Coslada, cuenta con protección policial y dispone de un número de teléfono para llamar en caso de tener problemas. "Pero eso no te quita el miedo", concluye.

Ginés Jiménez, con chaqueta negra, es trasladado por agentes de paisano a la sede de la Policía Local de Coslada el pasado 8 de mayo.
Ginés Jiménez, con chaqueta negra, es trasladado por agentes de paisano a la sede de la Policía Local de Coslada el pasado 8 de mayo.LUIS SEVILLANO

Dos cajas de Montecristo

Los integrantes de El Bloque (un grupo de policías que trabaja a las órdenes de Ginés Jiménez en la supuesta trama de corrupción) también mantienen conversaciones sobre las inspecciones a locales. En concreto, dos de los agentes hablan a mediados de marzo de la inspección que efectuaron miembros de la comisaría del Cuerpo Nacional de Policía de Coslada a la cervecería Cruz Blanca y de los problemas a los que se enfrenta su dueño, de nombre Mariano.

Ambos policías hablan de lo que está sufriendo el dueño, que acaba de enviar una caja de puros Montecristo a Ginés Jiménez: "Le están dando caña por todos los lados y es una putada para el hombre", explica uno de los interlocutores. "Ya le han jodido un año entero y ésta es la segunda caja de puros que le da", apostilla a renglón seguido. Durante la conversación, ambos comentan que cada caja le supone un gasto de 500 euros.

En otras llamadas reconocen que todos los empresarios tienen que pasar "primero por la vicaría para hablar con el jefe" antes de abrir.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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